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miércoles, mayo 8, 2024

Si el aborto es pecado o es delito es asunto de raciocinio

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El tema del aborto y si el Código Penal debe condenarlo o liberalizarlo no debiera de ser un asunto de Estado. Se podría afirmar que el Estado no está para juzgar pecados, sino para imponer la Ley y castigar delitos. ¿Y que vendría siendo un aborto?

Desde el punto de vista religioso el aborto es un pecado, sin ningún tipo de deslinde.
El Estado, sin embargo, dispone de distintos recursos pragmáticos legitimados en el ejercicio del Poder que le ha sido delegado, para medir y administrar el aborto, cuando se determine que su ejecución es un delito.

Uno de los recursos del Estado para enjuiciar si el aborto es culpa punible, nunca será otro mejor que el recurso de la Ciencias. Y éste, hoy día, por el avance acelerado de las Ciencias está al alcance de la mano.

El debate sobre abortos no tendría que convertirse en un enfrentamiento tomando como punto de partida, una actividad privada como es la confesión religiosa a que tiene derecho cada quien, según las leyes vigentes y la ley que debe de regir a todos por igual. Podemos estar de acuerdo o no, con los postulados de cualquier religión. Esa es la capacidad del libre albedrío, de la libertad.

En República Dominicana la religión, específicamente la religión católica, tiene todas las garantías para operar subsidiada por el Estado, por decisión de la tiranía Trujillista. Por connivencia de Joaquín Balaguer, quien no creía ni en la una y una. Y de su plenipotenciario ante El Vaticano, Rafael F. Bonnelly.

El Concordato es un privilegio y legado concertado en documento transnacional. “El Concordato” amarra al Estado dominicano a la Santa Sede, El Vaticano, la meca del cristianismo católico desde la antigua Roma, cuando se estableció como mancuerda del poder imperial. Si hay concesiones establecidas al margen de la soberanía de la sociedad y del sistema democrático que la acoge, esto debiera de ser suficiente para la religión que lo favorece, en desventaja con otras religiones.

Pero la religiosidad quiere ir más allá. Y lo que ha sido visto y decidido en otros regímenes democráticos, en el país sigue siendo tema de distracción.

Se preguntan muchos si el aborto prohibido por ley, de ser permitido ¿seguiría siendo un pecado merecedor del infierno, según la concepción religiosa del delito?

La Iglesia Católica con su conducta refunde las dos cosas. Pecado quieren que sea lo mismo que delito ante la Ley. Hasta a Constantino El Grande se le hacía difícil tal discernimiento, cuando como Emperador de Roma dispuso castigar el infanticidio.

¿Por qué no establecen nuestros ñames con corbatas alojados por arte de la política cuando le ponen asunto como el aborto, que la Ley decida poniéndolo en manos de la Ciencia Médica, bajo reglas estrictas de moralidad práctica, moralidad, tal vez, por encima de la de esos mismos ñames con corbatas?

La teología y los dogmas debieran deslindarse de las necesidades puramente sociales y humanas.

Fue el Señor, Creador del cielo y la tierra, quien, según El Génesis, ordenó a sus criaturas que hizo a su imagen y semejanza, disfrutar del Paraíso.

Esa parecería ser parte de la madeja a la que se enfrenta un gobernante que se involucre en tal debate, y se anticipe a exponer criterio propio, al margen de la institucionalidad que manda el sistema puesto a su disposición.

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