SANTO DOMINGO. El dramatismo del coloso del Norte, Estados Unidos, asustado el país ante el avance del diabólico virus COVID-19, está viendo las cosas, como siempre, en términos guerreros.
Al llegar una vacuna, arma ansiada para esa guerra, que no ha sido inventada por ellos, han puesto a un general a dirigir la logística de aplicación.
El enemigo mundial se llama pandemia COVID-19, que se desdobla en el nombre real de coronavirus. El presidente de Estado Unidos, Donald Trump, considerado el rey de las noticias falsas, ya dijo que covid-19 es un arma puesta en juego por los chinos. Y le puso nombre: es el virus chino. En su último discurso dijo que en 24 horas empezaba la guerra y que la vacuna será gratis para todos los norteamericanos.
¿Le creemos? Se trata de un complicado esfuerzo de coordinación de Pfizer, compañías de envíos privadas, funcionarios de salud estatales y locales, el Ejército, los hospitales y las cadenas de farmacias para obtener el lote de la primera semana de aproximadamente tres millones de dosis, todo mientras se mantiene la vacuna a temperaturas muy bajas. A transportar todo envuelto en hielo seco y se cree que no habrá suficiente hielo seco para tan ingente esfuerzo, para que La vacuna BNT162b2, de Pfizer, no se dañe en ruta hacia zonas rurales.
Como siempre, los ricos
Los rusos a través de su agencia de prensa oficial la RT, ya calcularon y difundieron que el 82% de las vacunas de Pfizer serán para países ricos que ya la compraron, atrapados por la carrera loca de la competencia mercurial. Se trata de Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea. Los países en desarrollo o de bajos ingresos van en desventaja ya que no podrían acceder a la vacuna hasta finales del 2021.
Rusia ha logrado acuerdos para suministrar su vacuna Sputnik V a Venezuela, Argentina, Brasil y otros países en desarrollo.
China ha dicho que garantiza vacunas contra COVID-19 a los países pobres. Tiene algunas vacunas ya aplicando, de no menos de once proyectos en ensayos clínicos. Las aplicará por vías de la Organización Mundial de la Salud, proyecto del que se ha apartado Estados Unidos.
El plan de China ha sido calificado como de “la diplomacia de las vacunas”. Lo contrario de Trump, quien firmó un decreto para que la vacuna se distribuya en Estados Unidos, pese a los avances de sus laboratorios Pfizer, Johnson & Johnson o Moderna. Se mantiene ausente del Covax, en la OMS.
Antes de entrar en la guerra, ya los norteamericanos tienen tres mil bajas diarias, sepultadas bajo tierra. Y están enfrentados a lo que parece algo muy difícil, a confesión de parte, según los jefes y estrategas de la operación de inyectar un par de dosis sucesivas con espacio de tiempo: empezaron a denominar el inicio de la acción como “el día D”. Y de eso se trata: una guerra mundial.
Por lo menos es lo que se aprecia en las informaciones recogidas en diversos medios de prensa norteamericanos.
Estados Unidos es el sexto país que, junto a Reino Unido, Baréin, Canadá, Arabia Saudita y México ya aprobaron el fármaco desarrollado por el socio alemán BioNTech, que dice con un 95% de efectividad.
“Día D, ¿por qué?
Se trata de una operación de logística difícil por varias razones que los norteamericanos saben que están obligados a servir de modelo en algo que hasta ahora no han logrado: enfrentar la pandemia del Covid-19.
El día D recuerda la invasión aliada a Normandía, en junio de 1944, inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial.
El general Gustave F. Perna, de cuatro estrellas del Ejército americano, es responsable de la logística mediante la que se distribuirá e inyectará dos dosis del producto de Pfizer y BioNTech, comenzando con 2.9 millones de dosis. Y el mismo Perna, director de operaciones de Operation Warp Speed, hace rato que anda en busca de una vacuna para la pandemia.
Perna, de 60 años de edad, cree que estará dirigiendo el inicio del final de la guerra contra el terrible y fatídico enemigo de la epidemia que mantiene atrapado a Estados Unidos con millares de muertes y millones de enfermos diarios.
Este lunes, esperan los Estados Unidos que lleguen los primeros envíos de vacunas contra el coronavirus, luego que las autoridades de salud norteamericanas autorizaran el uso de emergencia del medicamento más esperado y controversial del siglo.
Quienes reciban la primera dosis deberán volver o ponerse ubicables a los 21 días para la segunda dosis, cosa que no parece tan fácil. La vacuna deberá ser preservada en almacenes frigoríficos ultrafríos y transportada al lugar de aplicación en vehículos con iguales condiciones de ambiente tan frío como el de los polos de la tierra.
El domingo temprano los primeros camiones de la empresa FedEx cargaron para salir de Kalamazoo, en Michigan, flanqueados por los Marshalls (servicio de alguaciles federales, armados con pistolas Glock, calibre 40 S&W -22. 23,27-), con una de respuesta a elección), con la vacuna contra el coronavirus de Pfizer para comenzar el mayor esfuerzo de vacunación en la historia de Estados Unidos.
Al ignorarse cuál será la reacción de quienes reciban el medicamento, deberán ser sometidos a observación inmediata en lugares reservados para ello. Y todo el personal deberá mantener las condicionantes de separación distanciada, mascarilla y todo el proceso de higiene recomendable.
La vacuna deberá llegar al lugar de la operación acompañada de un kit con agujas y toallitas con alcohol. 330 millones de norteamericanos esperan por el paquete en medio del azote terrible que mantiene hospitales llenos de pacientes afectados y de cadáveres, cada día.
A la guerra se va a vencer, o a morir
