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sábado, abril 27, 2024

Visita de Craig Faller provoca recuerdos insufribles a los dominicanos

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La visita del almirante Craig Stephan Faller, comandante del Comando Sur de Estados Unidos, en esta ocasión, como siempre, resulta inoportuna. Insufrible. Por cuestión de coincidencia de fechas.

Tres días durará esta visita oficial de Faller. A sólo tres días después del 24 de abril de 1965. Es mala fecha para Faller. Está reviviendo más que el sufrimiento, el orgullo la histórica rebeldía de la Patria.

Sólo que ahora, Faller tiene que presenciar el descenso en el principal aeropuerto del país, de un avión del gobierno de la República Popular China trayendo un renovado cargamento de 500 mil dosis de vacunas, en favor de la salud de los dominicanos.

Los tiempos cambian. Este jefe de ultramar se atreve, a darnos cátedras de que China es una dictadura y de que la 5G china es venenosa.

Y mientras el gobierno dominicano asimila a miles de venezolanos como refugiados, Faller quiere que ilegitimemos al presidente Maduro. Y a Cuba. No respeta nuestros fueros diplomáticos que pisotea con su bota de marino invasor.

Faller ha tomado los doblegados medios de prensa nacionales como tribuna para predicar sobre lo que debe el país hacer en sus relaciones con Haití. Cosa sabida, aquí, desde que el dictador Buenaventura Báez se propuso el fallido propósito de entregarnos a la geografía propiedad de Estados Unidos. ¡Zafa!

No es la primera vez, ni será la última, que la atención militar estadounidense se centra en esta media isla, en las botas de este mismo marinero armado intimidante. Itinerante.

El actual ministro de Defensa, Carlos Luciano Díaz Morfa ya debió de sentarse con ese oficial estadounidense en noviembre del 2020. Y días antes, lo había hecho su antecesor en nombre del agonizante Danilo Medina. Para hablar de lo mismo de ahora: “temas de las relaciones bilaterales y asuntos regionales”.

Presidente Abinader ausente

Esta vez, llega al país, en ausencia del presidente Luis Abinader.

Faller vería cómo se desenvuelve frente a la vicepresidenta Raquel Peña. Y Raquel Peña ante ese Comando de pesarosa memoria para el país, tendrá que desparramar todo su feminismo santiaguero.

Míster Faller dice, que anda impulsando un Programa de Asistencia Humanitaria. “Estados Unidos y la República Dominicana comparten los mismos valores de justicia y respeto”. Lo que ratificó Robert Thomas, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos (Mister Joe Biden, todavía no designa embajador en el país).

La vicepresidenta Peña acaba de recibir la donación de 5.1 millones de dólares, en naturaleza de tres hospitales móviles y dos centros de operaciones de parte del gobierno de Estados Unidos, entregados, precisamente, por el Comando Sur. Eso, no es que esté mal.

Sería interesante que la vicepresidenta Peña amplíe el concepto cuando afirma, como lo hizo en esta ocasión, que el Gobierno norteamericano “aliado histórico de nuestra nación, nos tiende una vez más su mano amiga en nuestra misión de preservar el bienestar del pueblo dominicano”.

En estas actividades con el comandante Faller, ha estado firme, de nuevo, la presencia del teniente general del Ejercito dominicano, y ministro de Defensa actual, Carlos Luciano Morfa.

Oyendo al periodista y político Bonaparte Gautreaux Piñeyro, conocimos el criterio de que Estados Unidos nunca ha invadido a República Dominicana. Las Fuerzas Armadas dominicanas son parte de los Estados Unidos.

Gautreux Piñeyro fue asistente personal del presidente constitucionalista dirigente de la Revolución de Abril de 1965, Francisco Alberto Caamaño Deñó. En estos días, Gautreux Piñeyro ha estado difundiendo información, hasta ahora desconocida, en relación con el golpe de Estado contra el régimen democrático y la subsiguiente ocupación militar de los Estados Unidos, en 1965.

Almirante Craig Stephan Falle
Almirante Craig Stephan Faller

El desembarco de 45 mil marines norteamericanos lo inició el Comando Sur estadounidense, desde su portaaviones Bóxer que aparcó en la costa de la ciudad de Santo Domingo y los acantilados de Haina, para desembarcar armamento militar de todo tipo. Al tiempo que evacuaban del país sus connacionales para ponerlos a salvo del fuego que comandaba Caamaño.

Francisco Alberto Caamaño Deñó, en aquellos momentos estaba al frente de las multitudes populares desbordadas en las calles, junto a la dignidad en rebeldía en la cabeza del puente Duarte, en la capital.

La misma embajada que trae a Faller, aquella vez, en la persona del procónsul William T. Bennet, un embajador imperial inútil en su prepotencia, cuando el Coronel Francis Caamaño “lo mandó a la mierda” al pretender dalre órdenes para que dejara desamparada la lucha en el Puente Duarte.

Bennet tenía que tragarse la bravura de quienes se le imponían en su propio despacho, desde donde se dirigía y coordinaba la masacre que impulsaban sus anticomunistas desde San Isidro. Había que continuar la guerra civil, para impedir que el país se convirtiera en una nueva Cuba. Era su consigna.

Bennet quería imponerle a Caamaño Deñó una Junta Militar que aplastara a los constitucionalistas. Para concluir la fragua de ignominia diplomática, Bennet llenaba de mentiras sobre una falsa realidad, los oídos del Departamento de Estado y su jefe Lindon B. Johnson.

El 27 de abril de 1965, ya todo estaba decidido, los marines estaban desembarcando. Pero se seguía peleando por la democracia, en la República Dominicana.

Los hospitales portátiles del comandante Faller, nunca llegarán a tiempo. Como tampoco las vacunas estadounidenses contra el Covid-19 que se pudren en los almacenes del Departamento de Estado.

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