Cada vez se hace más evidente que las hegemónicas fuerzas oscuras que se mueven en los aparatos de gobierno de Estados Unidos, mantienen en marcha un plan para desestabilizar la democracia en los pueblos de América Latina, y en cualquier lugar del mundo que les permitan.
La treta hegemónica en tiempos de disolución de la unipolaridad de poder en el mundo, que busca nuevos senderos para la paz, no es nueva. En Ucrania hay una guerra desatada por Estados Unidos desde el 2014, en la Plaza de Maidán, y sostenidas hasta hoy, tras provocar a la potencia mundial y su interés por proteger sus nacionales, en la Unión Soviética, dispuesta abiertamente a contrarrestar y desenmascarar los ímpetus bélicos norteamericanos.
Ahora toca el turno a la manoseada y estropeada democracia en Bolivia, donde el actual legalmente constituido gobierno, avistando la renovación de las fuerzas racistas de ese país, en el interés de interrumpir el decurso de la democracia, está decidido a enfrentar con los instrumentos institucionales las provocaciones para que ese país sea formalmente dividido entre los blancos ricos y las masas aborígenes más desposeídas.
El periodista y académico Héctor Martínez en un transparente análisis introduce con claridad las pautas de lo que ocurre hoy en Bolivia que toma de nuevo los titulares de la prensa internacional:
“Bolivia: Luis Fernando Camacho Vaca, un cristiano fundamentalista, opositor furibundo del gobierno constitucional que encabezan Luis Alberto Arce Catatora y David Choquehuanca, acaba de ser capturado por un comando al servicio de la República. El sujeto fue interceptado y trasladado en helicóptero a la ciudad de La Paz, a unos 550 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, donde fue aprehendido.
“Desde mayo del 2021, Camacho Vaca es gobernador del departamento de Santa Cruz, el más importante y rico de Bolivia, con un tercio del territorio de la nación (poblado de pudientes blancos -jmlg-, y más de tres millones de habitantes. Atrincherado en este feudo, se ha dado a la tarea de incordiar la sociedad boliviana con huelgas y conspiraciones diversas, en atención a los intereses oligárquicos y transnacionales que representa, harto perjudiciales al Estado Plurinacional.
“Conspirador impenitente, ganó nombradía en noviembre del 2019 por su papel protagónico en el golpe que derrocó el gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera, con el aval de la OEA y sus amos. En la ocasión, el delincuente se presentó a Palacio Quemado con una biblia en la mano; rezó hincado sobre la bandera, y prometió llevar a Dios de vuelta a la casa de gobierno.
“De la mano con el alto mando militar y la usurpadora Jeanine Áñez, fue responsable de las masacres de Sacaba y Senkata, donde murieron decenas de manifestantes, y cientos fueron heridos. Tras la reasunción del MAS, con Arce y Choquehuanca (noviembre del 2020), fue acusado formalmente de golpista…, pero evadía la ley, atrincherado en el departamento de Santa Cruz, donde ejerce como gobernador.
“Ahora, con garantía de sus derechos constitucionales -derechos que no garantizó su socia Áñez-, la justicia ha dispuesto su apresamiento, para que responda por su grave implicación en los hechos del 2019.
“Con este apresamiento, el Estado boliviano demuestra valentía y determinación, mismas que al parecer faltaron en el Perú de Pedro Castillo.”
No terminamos de apreciar lo que ocurre hace años, en el laberinto de Perú, ni los pasos que precipitadamente se están dando para practicar un golpe blando en México. Todo esto frente al desasosiego en que se mantiene el rejuego democrático en Argentina, y Chile, donde no es distinto.
El secuestro en que se mantiene la soberanía de Cuba sigue siendo la gran vergüenza para fastidio y penuria de la gente de esa nación.
En Haití, la hipocresía de los grandes no alcanza ningún límite pidiendo una fuerza militar invasora, para que ese pobre país no termine de encontrar la ruta de la estabilidad, con un gobierno ilegítimo e inútil para organizar las fuerzas políticas haitianas.
Venezuela pugna por concluir con la disolución de la tremebunda camarona montada por Estados Unidos y todo Occidente, en el intento de entregar las riquezas de esa nación y el libre juego, a un títere denominado Juan Guaidó.
En Paraguay buscan renovar gobierno en tres meses, pero la oferta de los hegemónicos busca orientar la situación para que todo quede en manos de ricos narcotraficantes y contrabandistas, quienes tradicionalmente han manejado el poder en esa nación.
Los otros países, entre ellos Colombia con una democracia de renovados bríos, o Panamá, con reiteradas intentonas desestabilizadora, igual que Jamaica, países en manos de los peores intereses internacionales más corruptos.
Nicaragua, Uruguay y El Salvador están bailando en el tablero que gusta al Departamento de Estado norteamericano, que preconiza unos derechos humanos a su puro diseño interesado.
