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sábado, mayo 11, 2024

Un minuto de silencio para el trovador y bolerista Pablo Milanés

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Un minuto de silencio por el trovador que inspiró a toda una juventud combativa, henchida de nobles ideales.

Un minuto de silencio por la guitarra que sonará por toda la eternidad aún él no esté, cargada de sublimes versos y con un profundo significado social.

Un minuto de silencio por el trovador que nos hizo enarbolar sus canciones como fusiles ideológicos.

Un minuto de silencio por Pablito, que le cantó al amor, a la esperanza desde la grada del buen gusto y la poesía.

Un minuto de silencio, aunque todos los silencios juntos no se extiendan hasta la luna porque esa sería una virtud de Bab Bunny y de Bulín 47.

Un minuto de silencio por Milanés, transformado en leyenda mucho antes de su muerte.

Un solo minuto de silencio para dar paso a la voz del trovador. Un solo minuto para que sus canciones no se apaguen, perduren hasta el amanecer del ocaso.

Un minuto de silencio para burlarnos de la muerte que irónicamente no se lleva el silencio de Pablo Milanés, que llenará por siempre el espacio con su luz.

Un minuto de silencio para mirarnos frente a frente, preguntarnos dónde fueron los sueños que tejimos en torno a un jengibre, café o chocolate oyendo las canciones de Pablito.

Y después de ese eterno minuto de silencio, levanto mi copa para recordar por siempre a Pablo Milanés y sus canciones.

Además de “Yolanda”, “El breve espacio en que no estás”, “Para vivir”, “Yo no te pido” y “Yo pisaré las calles nuevamente”, las canciones más emblemáticas de Milanés, lo recordaré por “Verdad amarga”, una canción de la exquisita compositora mexicana Consuelo Velázquez (1916-2005).

Francamente me alegra que Pablito se dejara seducir, no pudiera resistirse a cantar y grabar los grandes boleros de la historia musical de habla hispana.

Que experiencia más grata para un melómano como yo poder disfrutar de Pablo Milanés interpretando esos boleros que hicieron historia en el gusto popular. Sin desperdicio su “Tributo a Tropicana: Boleros en vivo”, donde interpreta canciones antológicas como “Perfidia”, compuesta por el mexicano Alberto Domínguez Borrás, y “Franqueza”, de Consuelito Velázquez.

Esta producción es un emotivo y extenso recorrido por los mejores boleros compuestos en Latinoamérica y es un tributo al Tropicana, un famoso cabaré cubano creado en 1939, en La Habana, en la zona de Marianao, donde ese género musical era protagonista.

“Si me comprendiera” (José Antonio Méndez, 1927-1989), “Amor mío” y “Un poco más” (Álvaro Carrillo Alarcón, 1919-1969), “Contigo en la distancia” (César Portillo de la Luz, 1992-2013), “La puerta” (Luis Demetrio, 1931-2007) son algunos de los hermosos y emblemáticos boleros que Pablo Milanés, que vivirá por siempre, interpreta en este álbum.

Y además, tangos, cantando con la suavidad que Pablito sabe imprimirle al bolero, como es el caso de “Volver” y “El día que me quieras”, compuestos por Alfredo Le Pera (1900-1935), íconos en el repertorio del argentino Carlos Gardel (1890-1935).

Me alegra que, como yo, Pablito (y me perdona la confianza) quedara atrapado en las ingratas redes de la Macusa de Francisco Repilado, el recordado y querido Compay Segundo. Imperdible esta versión del fenecido cantante cubano, nacido en 1943.

La invitación salir de la habitual zona de confort de las canciones tradicionales de Milanés, aquellas que formaron parte de la llamada Nueva Trova Cubana y de toda una época, y adentrarse a escuchar al exquisito bolerista para comprobar que, definitivamente, es eterno.

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