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domingo, abril 28, 2024

Melómano:Felipe Rodríguez: para disfrutar de un momento complicidad e intimidad con el bolero

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No es secreto para nadie, sobre todo para mis amigos con quienes comparto la bohemia y el bolero, que mi artista preferido es Gilberto Monroig (1930-1996). Pero si hay un momento de complicidad, intimidad e identificación plena en los viernes bohemios es cuando me deleitó con las canciones Felipe Rodríguez (Luis Felipe Rodríguez Quiñones), conocido como “La Voz”. No permito que nadie interrumpa ese momento con necias peticiones, con subjetivas calificaciones y por ese motivo suelo oír a La Voz cuando estoy solo, en ese rincón de la casa que he escogido para una de mis grandes pasiones.

Nada de que ese artista si canta malo o no me gusta el tono de su voz, porque suelo ofenderme. Me levanto los viernes con la predisposición de escuchar a Felipe y a prima tarde escojo el momento ideal para ponerlo, sin atadura alguna, trago en mano. Cada vez que lo veo y escucho me maravilla la manera como juega este artista puertorriqueño con su voz. Pareciera un malabarista lanzando objetos al aire sin dejar caer ninguno y sin perder la armonía.

Este señor nació en Caguas, Puerto Rico, un 8 de mayo de 1926, y murió en San Juan, la capital de Borinquen, el 26 de mayo de 1999. Es decir, que nació en mayo y murió en el mismo mes. Vaya coincidencia.

Siempre admiré de Felipe que nunca dejó de hablar de Barrio Obrero, en Santurce, donde en 1930 se mudó con su madre. En esa barriada comenzó a poner en práctica sus habilidades para el canto, que en los años 50 le legarían la indiscutible fama.

Trabajó como hojalatero y fue descubierto por el bolerista Julito Rodríguez, que lo integró al trío “Los Romanceros” con el que participó en el programa de radio para aficionados. En se trío actuó como segunda voz y su primera canción fue “Siete besos”.

Por qué no decirlo: lo botaron del “Los Romanceros” y entonces se integró a otro, llamado “Los aviadores”, cuyo nombre fue cambiado por el de “Trío Los Antares”, con el que grabó sus mayores éxitos.

Concomitantemente formó parte del “Dúo Pérez-Rodríguez”, del que era parte su esposa de entonces, relación profesional que continuó después de su divorcio y hasta su carrera como solista.

Una peculiaridad de Felipe era el movimiento corporal que imprimía a su actuación en el escenario, hasta el punto de que muchos decían que era un «Elvis Presley Boricua». Otra curiosidad de La Voz era darle a su guitarra al estilo del timbal.

Una cosa cierta es que mientras existieron las velloneras, en ninguna de ellas faltó un disco de Felipe, tanto en Puerto Rico, como aquí en República Dominicana.

Naturalmente, que Felipe incluyó en su repertorio la canción de amor, desamor, desengaño, traición, el aguardiente y la pobreza, temas propios de una época donde floreció el bolero: La cama vacía,Copas y amigos, No te perdono más, La última copa, Golondrina viajera, Quiero beber, entre otras.

Un momento estelar en la carrera artística de Felipe Rodríguez fue cuando unió su voz a la de Pedro Ortiz Dávila (1912-1986), mejor conocido como Davilita, quien fuera un popular cantante puertorriqueño de boleros y canciones patrióticas.

Junto a Davilita, Felipe grabó canciones de Pedro Flores en 1973 y de Rafael Hernández en 1974. Ese mismo año ambos cantantes puertorriqueños se unieron a su compatriota Pellín Rodríguez (Pedro Rodríguez de Gracia,1926-1984) para producir un disco con canciones navideñas.

Como homenaje a La Voz, la ciudad de Caguas nombró al auditorio principal de su Centro de Bellas Artes con el nombre de Felipe Rodríguez.

Una dramática y fatal caída, lo que, aunado a una pulmonía, le provocó la muerte al gran Felipe Rodríguez. Recuerdo siempre una entrevista del hermano de Felipe, que siempre le advertí que no se sentara en el borde de la silla y esté hacia caso omiso.

Volviendo a esa íntima predilección por Felipe Rodríguez, me gusta sobremanera su actuación en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré en 1987, donde actuó con Los Antares. Un espectáculo sin desperdicio, donde Rodríguez demuestra porque fue llamado La Voz. Además, un momento estelar y significativo es ver a la primera voz de Los Antares, Israel Torres, imitar a Davilita y a Jesús Sánchez Erazo, mejor conocido como “Chuíto el de Bayamón”.

A los melómanos amantes del bolero, recomiendo este viernes bohemio ver este maravilloso y significativo espectáculo, donde La Voz junto a Los Antares hace un recorrido por sus canciones icónicas y memorables. Además, teniendo como invitado en esta noche memorable al bolerista Paquitín Soto (1933-2017). Sin la necedad de detractores, Felipe Rodríguez, La Voz, es ideal para disfrutar un momento de entera intimidad con el bolero. ¡Salud!

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