“Qué llueva, qué llueva, la virgen de la cueva”, es un verso de una canción infantil muy popular que entonábamos para atraer la lluvia, pero también sobre esta se tejen muchas historias sobre su origen de las que no voy a abundar.

Voy a hablar de otra virgen que no es la de la cueva, sino de la piedra y que, probablemente, tenga alguna conexión con la frase, porque por allá, por el año 1918, según narraciones encontradas en la web, una virgen apareció entre las piedras ante un grupo de personas  que se refugió en una cueva, huyendo de la lluvia, y allí se percató de que en la roca se formaba una imagen parecida a una virgen que con el tiempo fue tallada por la mano del hombre.

Hoy, esta efigie, con el atuendo que caracteriza a las vírgenes, y las manos juntas que indican estar en oración para los feligreses, se suma a los atractivos turísticos que posee la imponente provincia María Trinidad Sánchez, localizada al norte de la República Dominicana, caracterizada por sus extensas playas, lagunas únicas, saltos de agua, barrancos y tupida vegetación.

Esta imagen, conocida por los habitantes de esta demarcación como la Virgen de la Piedra tiene su templo en la carretera que lleva del municipio de Nagua hacia Cabrera, donde la visitan decenas de personas devotas que hacen turismo en la zona.

Es la primera vez que visito el santuario, como parte de una excursión con dos selectos grupos de amigos que se hacen llamar Aventureros y Angelitas Andariegas, y me llevé tremenda impresión al ver a las personas venerarla y hacer peticiones, desde la salud, sanación para los enfermos, la paz en el mundo, armonía familiar, y por qué no, para que las cosas en el país marchen bien y todos seamos beneficiados con los recursos que se manejan desde el Estado.

Cuando la vi por primera vez pensé en la frase aquella de “que llueva, que llueva la virgen de la cueva…” Pero en este caso sería que llueva, que llueva, la Virgen de la Piedra…de acuerdo con la leyenda.

Se dice que su aparición aconteció en 1918, luego de una peregrinación con una virgen a cuestas desde Cabrera hasta Nagua y cerca de uno de los poblados que recorrían llovió tanto que los peregrinos tuvieron que protegerse en unas cuevas donde tiempo después aparecerían las líneas formando una doncella que bautizaron como la Virgen de la Piedra.

El lugar donde apareció la virgen está localizado a la orilla de la carretera y es un poco incómodo detenerse, sobre todo, cuando los turistas se movilizan en buses y vehículos muy grandes.

El letrero que anuncia el santuario también podría pasar desapercibido, pues el trayecto es un tanto agreste.

El lugar posee un patio pequeño que es utilizado para la venta de souveniles con diferentes efigies religiosas,  como pulseras, llaveros típicos, entre otros regalos y manualidades trabajadas por comunitarios.

Reconociendo que República Dominicana es un país con muchos devotos, el Ministerio de Turismo debería darse una vuelta por el santuario y promoverlo como turismo religioso para nacionales y extranjeros, así como mejorar el entorno del santuario.

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