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domingo, mayo 5, 2024

Quieren amarrar manos Abinader en inversión pública

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El presidente Abinader ha dicho y repetido a los cuatro vientos, ante ojos y oídos de la población, que necesita (los tendrá a manos, en apenas seis meses) 775 millones de dólares para impulsar la inversión pública en infraestructuras y en consecuencia el crecimiento económico.

Vamos por parte. Lo primero es lo primero. Hay que empezar a corregir el gran desorden del tránsito de vehículos que se está dando en el Gran Santo Domingo, la capital del país.

Entre otras obras básicas de infraestructuras que reclama el país para un nuevo impulso del desarrollo económico, es el asfaltado de La Caleta, Boca Chica, en las mismas proximidades del aeropuerto Las Américas. También hay que asfaltar las calles de los barrios y del centro de la capital. En esas obras serán invertidos 350 de los 775 millones que ya están en manos del gobierno.

Una vía expresa que ya está en marcha, desde la Plaza de la Bandera, pasando por la zona de Pintura, y conectando con la carretera 6 de Noviembre, en la que ya está todo listo para empezar con 148 millones de dólares, es también, parte de los 775 millones de dólares que Abinader arrancó de las manos de Aerodom, ¡por adelantado!

El desastre o tapón en el tránsito que se produce en la avenida República de Colombia con Avenida de los Próceres, igual que desde la misma Avenida República de Colombia, hasta la Avenida Monumental será corregido con 108 millones de dólares, provenientes de los 775 millones de dólares que ya están en manos de Abinader.

Pero, todavía hay más: está a punto de iniciarse la construcción de un puente elevadizo, que rememora aquel secular puente elevadizo de la era de Lilís, en Villa Duarte, y que vendrá substituir el puente flotante provisional, sobre el río Ozama, en el que se invertirán 50 millones de dólares también proveniente de los 775 millones que ya tiene agarrados Abinader.

La gran desgracia que significa pasar de la avenida Máximo Gómez, hacia las avenida Hermanas Mirabal, en Villa Mella y Santo Domingo Norte, cruzando el puente Jacinto Peynado, será corregida construyendo un nuevo puente paralelo que costará 56 millones de dólares, de los 775 millones de dólares, que ya tiene también en sus manos, tras arrebatarlos a los contratistas de Aerodom. También será construido un paso a nivel que se necesita en la carretera de Sabana Perdida con intercesión de la avenida Charles De Gaulle, con una inversión de 30 millones de dólares.

Otros 15 millones de dólares, que ya están en las manos de Abinader, serán invertidos en la construcción de una unidad traumatológica en San Cristóbal.

Los 775 millones de dólares también le están alcanzando a Abinader para construir 139 pequeñas y medianas obras que necesitan las provincias del interior. Un 80 por ciento de esas construcciones son obras deportivas que costarán 18 millones de dólares.

La gran ofensiva que Abinader inició en Aerodom será continuada con la revisión de numerosos contratos y acuerdos a los que el país necesita sacarles mayores beneficios para el desarrollo y el crecimiento de la economía. Y seguirá el temblor en los ánimos de la oposición, entonces.

Los opositores políticos del presidente Abinader entienden que, al cumplir con sus obligaciones, el gobernante sólo quiere utilizar los recursos para hacer campaña por su reelección. Pues que se aseguren en sus asientos, porque la campaña es larga. Y la lista de obras a terminar, empezar y exhibir, es también muy larga. Y ya los cuartos están en las manos.

En esa tendencia de crítica irrazonable se llega a extremos incalificables como en el caso de la renegociación para extender el contrato sobre aeropuertos, Aerodom, una herencia oscura a la que se le exprimió algo, para garantizar inversiones entre los 1,905 y los 2,155 millones de dólares, para corregir el desafuero arrastrado desde 1999, con pretensión de llevarlo en su primera versión hasta el 2030.

De entrada, Abinader arrancó en un pago inicial pactado de 775 millones de dólares, por el derecho a la operación por el plazo extendido en la operación.

Eso, aparte de una inversión de 830 millones de dólares con la que se obliga a los contratistas foráneos a mejorar los aeropuertos que se les entrega que ya tienen en administración cedida desde 1999. Ahí, está incluido el aeropuerto Las Américas José Francisco Peña Gómez.

Otros aportes que Abinader llama “aportes variados” entre los 300 y los 350 millones de dólares adicionales, estarán disponibles a lo ya computados más arriba.

En la mente del actual presidente sólo cabe seguir desarrollando el turismo para lo que se necesita una nueva terminal aeroportuaria, con una inversión de 16 millones de dólares, en la que deberán ser alojados casi 8.5 millones de pasajeros, dos millones más que en la actualidad, apenas un año y medio; una nueva terminal en ese aeropuerto, con una inversión de 250 millones de dólares, para que en ella quepan no menos de 4 millones de pasajeros anuales.

El beneficio para los dominicanos, al amparo de la nueva extensión del contrato de Aerodom, logrado por Abinader, se calcula hasta en 2,150 millones de dólares.

Este aspecto resalta, porque desde 1999, el Estado dominicano no recibió ni un solo centavo por ese bien del país entregado a los cesionarios extranjeros que ahora, Abinader acaba de reivindicar con el respaldo del Primer Poder del Estado en manos de diputados y senadores que hicieron se cumplieran los requisitos institucionales para ese esfuerzo de gobierno.

Pero díganlo, señores. Todo eso, no es una brisita de Navidad. Es un ciclón batatero de Año Nuevo.

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