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jueves, mayo 2, 2024

Neoliberalismo y fideicomisos públicos en la Estrategia de Desarrollo 2030

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En septiembre del año 2000 la Organización de las Naciones Unidas celebró en Nueva York la Cumbre del Milenio, donde participaron 189 jefes de Estado y de Gobierno. En ese cónclave mundial esos dignatarios aprobaron 8 objetivos y  18 metas de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), para ser logrados.

“Los Objetivos de Desarrollo del Milenio no eran parte de un nuevo programa, sino un intento por cambiar la orientación de años de debate, esfuerzos y lucha para promover el desarrollo económico y social de las naciones más pobres del mundo” (Antecedentes de los objetivos de desarrollo del Milenio: Cuatro decenios de lucha en pro del desarrollo en las Naciones Unidas. www.un.org, Objetivos de Desarrollo: de los ODM  los ODS, www.onu.org.gt)., sin romper las relaciones neocoloniales impuestas por el imperialismo  a los países del Tercer Mundo.

 Los 8 objetivos a lograr eran:

  1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
  2. Lograr la enseñanza primaria universal.
  3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.
  4. Reducir la mortalidad infantil.
  5. Mejorar la salud materna.
  6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
  7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
  8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Sin embargo, la ONU se queja a mitad del camino de que, pese a ciertos logros obtenidos por algunos países, como por ejemplo, Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Cuba, países cercados económica, financiera y comercialmente por el imperialismo mundial, en especial el norteamericano, o  EspañaIrlanda y Luxemburgo, entre otros países, al llegar a los 15 años persisten grandes objetivos y metas sin cumplir, como se informa  a seguida:

“Al día de hoy (2015), 1.200 millones de personas subsisten con un dólar al día, otros 925 millones pasan hambre, 114 millones de niños en edad escolar no acuden a la escuela, de ellos, 63 millones son niñas. Al año, pierden la vida 11 millones de menores de cinco años, la mayoría por enfermedades tratables; en cuanto a las madres, medio millón perece cada año durante el parto o maternidad. El sida no para de extenderse matando cada año a tres millones de personas, mientras que otros 2.400 millones no tienen acceso a agua potable”. (Objetivos de Desarrollo del Milenio. www.wikipedia.org).

Ahora la ONU desarrolla la Agenda para el Desarrollo Sostenible,  que comenzó en el 2015 y terminará 2030, también llamada Estrategia de Desarrollo 2030. Dicha agenda se sustenta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como un llamado “a la acción universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”. (17 Objetivos para las personas y para el planeta. www.un.org).

La ONU se lamenta de no haberse logrado los objetivos planteados del 2000 al 2015, y vuelve a insistir lastimeramente en la necesidad de acabar con la pobreza en el mundo.

Por eso, “En 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se establece un plan para alcanzar los Objetivos en 15 años”. Subrayando que actualmente se está avanzando en algunos lugares, “pero, en general, las medidas encaminadas a lograr los Objetivos todavía no avanzan a la velocidad ni en la escala necesarias. El año 2020 debe marcar el inicio de una década de acción ambiciosa a fin de alcanzar los Objetivos para 2030”. (Ibídem).

Sería bueno subrayar, aunque sea a vuelo de pájaro,  que en 72 años, la ONU ha reiterado a los gobiernos del mundo, al igual que el Vaticano, y su excelencia, el Papa incumbente,  poner fin a la pobreza y establecer un mundo de paz, amor y fraternidad.

Veamos:

La Asamblea General proclamó el decenio de 1960 como el «Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, y el 11 de diciembre de 1963, para reforzar esos objetivos, hizo “un llamamiento para que se apoyara la Campaña Mundial contra el Hambre, las Enfermedades y la Ignorancia”. (Antecedentes de los objetivos de desarrollo del Milenio: Cuatro decenios de lucha en pro del desarrollo en las Naciones Unidas. www.un.org).

Y el Papa Pablo VI, “abogando por los pobres y hambrientos del mundo”, el 4 de octubre de 1965 le recordó a la Asamblea que su tarea consistía en «hacer de modo que abunde el pan en la mesa de la humanidad». (Ibídem).

Hay que recordar, que ya Estados Unidos había impuesto al mundo en la Conferencia de las Naciones Unidas de Bretton Woods de 1944, al dólar como la moneda de intercambio internacional, y la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, como instrumentos de dominio financiero y comercial, los cuales representan los intereses de los gobiernos y las grandes corporaciones imperialistas. Esto era y es lo que predomina en las relaciones de intercambio internacional, pese a los esfuerzos de la ONU por establecer un mundo sin hambre, ni pobreza.

En vista de la incapacidad para que se cumpliera los objetivos del primer decenio, la Asamblea General aprobó el 24 de octubre de 1970,  el Segundo Decenio de las Naciones Unidas, nombrada la Estrategia Internacional del Desarrollo, a los fines de lograr los objetivos del Decenio 1971-1981. Para tal fin, se hizo un llamamiento a los países desarrollados a transferir un 0.7% de su PIB en asistencia a dicho programa.

Pero ese llamamiento tampoco cumplió con sus objetivos, por lo que vista “la inflación mundial, la escasez de alimentos, el rumbo adverso de la balanza de pagos de los países en desarrollo, la recesión de las economías de mercado desarrolladas y a las reducidas perspectivas comerciales de los países en desarrollo”, la  Asamblea General celebró una conferencia  en noviembre de 1974 donde aprobó la “Declaración Universal sobre la Erradicación del Hambre y la Malnutrición”, que tampoco tuvo el éxito deseado. (Ibídem).

Visto que, “los países desarrollados no habían aplicado las medidas políticas de la Estrategia Internacional del Desarrollo, el 5 de diciembre de 1980 la Asamblea General aprobó la Nueva Estrategia del Desarrollo para el Tercer Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo” (1981-1991). (Ibídem).

Sin embargo, “En un examen y evaluación del Tercer Decenio para el Desarrollo llevados a cabo en 1984, la Asamblea declaró que, diez años después del llamamiento a un nuevo orden económico internacional, no se había avanzado en el establecimiento del mismo”. (Ibídem).

Por lo que, la asamblea proclamó el Cuarto Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo (1991-2000) y aprobó la Estrategia Internacional del Desarrollo para el Decenio, que aspiraba a garantizar que la década de 1990 fuera testigo del desarrollo acelerado de los países en desarrollo. Vana ilusión y un nuevo fracaso.

 “Fue precisamente en ese contexto en deterioro cuando la Asamblea, en su período extraordinario de sesiones de 1990, aprobó la Declaración sobre la cooperación económica internacional y, en particular, la reactivación del crecimiento económico y el desarrollo de los países en desarrollo, que, según declaró, era el desafío más importante de la década de 1990 para esos países”. (Ibídem).

Sin embargo, pese a esa reiterada  decisión de la Asamblea, conflictos armados surgidos básicamente en África y Europa Oriental, tras los cambios producidos con la desaparición de la URSS, hacen surgir nuevos elementos relacionados con el desarrollo, la paz, el crecimiento económico, la protección del medio ambiente, la justicia social y la democracia, por lo que la ONU se vio precisada a Decretar el Primer Decenio de las Naciones Unidas para la Erradicación de la Pobreza 1997-2006.

Sin embargo,  la ONU volvió a fracasar, pues mientras esta institución mundial propone soluciones muy bonitas, que no son más que pedazos de papel, (parodiando al dictador dominicano Joaquín Balaguer quien dijera que la “Constitución es un pedazo de papel”), los dueños del mundo, los grandes países imperialistas, con sus multinacionales a la cabeza, impusieron a los demás países adoptar “medidas para liberalizar sus economías e integrarlas en la economía mundial. En ese telón de fondo, la atención internacional se centró en las ventajas de la globalización y la creciente interdependencia en la economía mundial”. (Ibídem), es decir, la imposición de la globalización neoliberal que hace más ricos a los países ricos y más pobres a los países pobres.

Fue en esa situación que la ONU se “dio cuenta” que, “el crecimiento económico por si solo ya no era un factor suficiente de desarrollo”, y  tratando de buscar la enfermedad en la sábana propone a nuestros países “una serie de condiciones previas que debían cumplir las instituciones, incluidas la buena gestión de los asuntos públicos, la transparencia y responsabilidad, la descentralización y participación, y la seguridad social”. (Ibídem).

Sin embargo, “aunque las ramas quieren estar quietas, el viento no las deja”, pues el poder de las grandes economías imperialistas, sus corporaciones industriales y sus complejos industriales-militares, después del crimen de lesa humanidad de la absurda desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hundió y sigue hundiendo aún más en la pobreza y la dependencia a los países pobres y subdesarrollados del Tercer Mundo, como lo es la República Dominicana.

De todos modos, el dominio imperialista occidental, con Estados Unidos a la cabeza,  que gobernó el Planeta a  través del Mundo Unipolar, después de la caída de la URSS, en la actualidad ha sido reemplazado por un Mundo Tripolar, donde China, Estados Unidos y Rusia son los grandes  países más influyentes a través del Mundo Multipolar, en el que los países del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), juegan  una posición mucho más ventajosa frente a Estados Unidos y sus aliados.

Y eso que venimos de afirmar se comprueba con la Guerra Rusa-Ucraniana, donde Estados Unidos y Europa llevan la de perder, pese a todo el apoyo económico y militar dado a Ucrania, donde el apoyo logístico a mercenarios y neonazis, incluyendo armamentos de última generación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), siguen siendo insuficientes para cambiar el curso de los acontecimientos a favor de Rusia.

No creo que la guerra en Ucrania vaya a desencadenar una Tercera Guerra Mundial total, por más complicada que parezca ese conflicto, pues Europa sabe muy bien como la afectaría económica y financieramente, como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, y además, y es lo principal, todo el mundo sabe que no habrá vencidos ni vencedores, pues sería una guerra nuclear, si alguien decide apretar el “botón rojo”.

A esto hay que agregar la reiteración de China de que Taiwán es una provincia rebelde, y que la solución a ese conflicto interno se resuelve solamente aplicando la política de “Un solo país y dos sistemas”.

Por eso, me parece que las provocaciones estadounidenses en el mar de China y en el estrecho de Taiwán, contra el gigante asiático, obraran contrario a sus presupuestos.

Por otra parte, y siguiendo esta línea de análisis, hay que  profundizar en las evidencias acerca del origen del coronavirus  SARS-CoV-2​, mejor conocida como Pandemia Covid-19, que yo afirmé  en  el documento de investigación “Origen de la Pandemia Covid-19 y pugna por la hegemonía mundial”, publicado en REPORTEEXTRA.com, del 1 de septiembre de 2021, que Estados Unidos es el creador de la misma, pues no se puede ser ingenuos, y recordar otras pandemias y las secuelas de las Bombas Atómicas dejadas caer sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda  Mundial, y la Guerra de Vietnam, donde todavía se sigue viviendo las funestas consecuencias del uso del Agente Naranja por parte del imperio norteamericano, entre otras sustancias biológicas lanzadas sobre el suelo vietnamita.

Pero, además, se cierne sobre el planeta la gran tragedia climática (el calentamiento global), con todas las consecuencias de dramáticos cambios atmosféricos y enfermedades para el reino animal, vegetal y marino. Todo esto es el  resultado del consciente uso indiscriminado de gases contaminantes.

Pese al bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, y sus políticas contra Bolivia, Honduras, Perú y Chile, una ola de izquierda y progresista recorre  América Latina y el Caribe, que continua su ruta en Colombia, con el proyectado triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez, el 19 de junio próximo, y en Brasil, con  el triunfo de Luiz Inácio Lula Da Silva, según las encuestas, en las elecciones a celebrarse el 2 de octubre venidero.

Es, bajo estas condiciones internacionales y nacionales, que los gobiernos del PLD, primero, y del PRM, ahora, hacen alharacas para que  República    Dominicana   fortalezca sus esfuerzos de ser   parte   de   la Estrategia de Desarrollo 2030, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, y aplicada en nuestra región por la Comisión Económica  para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Estos organismos, actuando principalmente como analistas internacionales y asesores de los gobiernos del capitalismo mundial y regional subordinados al imperialismo, han sugerido la Estrategia de Desarrollo 2030 con la finalidad de disminuir, según ellos,  la pobreza extrema, acortar la brecha entre ricos y pobres, ayudar a lograr la igualdad de género, conminar a los gobiernos al respeto de los derechos humanos, y persuadirnos del peligro del cambio climático, entre otras propuestas, para ser logrados entre el 2015 al 2030.

Sin embargo, los intereses de clase del imperialismo mundial y sus corporaciones multinacionales e industrial-militar, han impedido que esos presupuestos de la ONU hayan avanzado significativamente según lo planeado, agravado en estos últimos dos años y medio por la pandemia Covid-19.

Así está la realidad mundial al 2022, donde la Estrategia de Desarrollo 2000-2030 no es más que “un pedazo de papel”, pese a algunos logros alcanzados.

Pero aun con los grandes peligros que amenazan al Planeta, incluso de extinción del género humano, y la vida vegetal y animal,  la derecha mundial, regional y de la República Dominicana como país, sigue su alocado camino de adquirir más fortuna y poder, sin importar las funestas consecuencias que se deriven.

Es desde esa desgraciada visión que el Grupo Vicini, el Grupo Corripio y el Grupo Abinader, entre otros dueños del país, nos están metiendo “el cuchillito” de los fideicomisos públicos, su nueva estrategia de privatización total de los bienes del Estado, que mientras nos mantienen en vilo con el Proyecto del Fideicomiso de Punta Catalina que se discute en la comisión del Senado de la República, están tratando de privatizarlo todo, incluyendo los servicios consulares, la Policía Nacional, los parqueos públicos a través del proyecto de Fideicomiso Parquéate_RD, para agregárselo al ya aprobado y jugoso Fideicomiso de Pedernales, que lo aprobaron en un santiamén, mientras la opinión pública ponía sus cañones hacia la oposición del fideicomiso de Punta Catalina.

Y como epílogo, nos mantienen distraídos con el cuentito de la bonanza de la Estrategia de Desarrollo Nacional, que no es nuestra, sino un programa de la ONU, que dicen sería la panacea para combatir nuestros males ancestrales.

En ese sentido, el gobierno del presidente Luis Abinader y del PRM dice que:

“La Estrategia Nacional de Desarrollo será el resultado de un proceso de concertación y deberá ser aprobada por ley del Congreso de la República. En tal sentido, los avances logrados en la consecución de la imagen-objetivo serán evaluados cada diez años con la participación de los poderes y actores mencionados; de ser necesario, se efectuará su actualización y/o adecuación, considerando las nuevas realidades que se presenten dentro del contexto mundial y nacional, las cuales serán sancionadas por el Congreso Nacional”. (Ley No. 1-12, que establece la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030).

 

Y para llevarle flores al pueblo dominicano, la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 dominicana, que promueve el gobierno perremeista del presidente Luis Abinader, se llevará a efecto con la participación social, la que será monitoreada y evaluada en el Consejo Económico y Social.

 

Como se podrá notar esta Ley 1-12 es una copia fiel de los objetivos de la ONU en relación a la Estrategia de Desarrollo 2030 para los países del Tercer Mundo, que República Dominicana como  país  miembro aplica a ciega; objetivos que sólo se podrían empezar a alcanzar cuando los partidos de izquierda, patrióticos y democráticos junto al liderazgo social forjemos la GRAN COALICION NACIONAL POLITICO-SOCIAL en curso, que gane las elecciones del 2024, con una candidatura presidencial, que el MPT propone que sea la del Dr. Fulgencio Severino, donde ganemos la Presidencia de la República, y una significativa cuota congresual y municipal.

 

(El   autor   es   economista  egresado  de  la  UASD,  escritor  y  poeta,                          miembro   de  la   Comisión   Política   de   la   Coordinación   Nacional            

             y   ex Coordinador   de   Relaciones   Internacionales  del   Movimiento            

             Patria   para  Tod@s/MPT,  ex Coordinador  Nacional   de   la  Campaña                                    

             Dominicana de Solidaridad con Cuba,  miembro de Comité Dominicano 

             de Solidaridad con la Revolución Bolivariana de Venezuela, y miembro        

             del Capítulo  Dominicano  de  la  Asamblea  de los Pueblos del Caribe).

 

[email protected]

tel. (809) 492.8787.

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