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domingo, abril 28, 2024

El espejismo o pseuda institucionalidad de RD

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No me referiré a los análisis académicos, intelectuales, conceptuales y dimensionales de la institucionalidad. Eso lo pueden encontrar en Google, para lo que quieran analizar el tema de forma más trivial, o lo pueden encontrar en tratados como los de Thorstein Veblen, John Commons, Wesley Mitchell, Piu Daeza, Herbert Hart, etc., para los que lo quieran analizar el tema, con fundamentación histórica, conceptual e ideológico. No, el tema del espejismo de nuestra institucionalidad, lo abordare, desde la perspectiva del ciudadano común, víctima inconsciente de la falta de institucionalidad.

Aunque algunos no lo entendamos, parte de nuestra institucionalidad, aunque desde mi perspectiva, no es lo más importante, está plasmada de manera formal y explicita, en nuestro marco jurídico. Entiéndase, la constitución, leyes, reglamentos, disposiciones, resoluciones, etc.

Claro, el problema de la falta de institucionalidad de nuestro país es que, en términos generales, este marco jurídico-normativo, se ha escrito, en la mayoría de las ocasiones, fuera de nuestra voluntad e idiosincrasia.

Ahí empieza el problema. No ha sido parte de nuestra iniciativa y necesidad como país, nos lo impusieron, aunque por falta de iniciativa propia. Los organismos internacionales nos condicionaron a establecerla para tenernos como sujeto de participación en los esquemas de integración internacional: acuerdos y créditos. Por eso es letra muerta. No responden a iniciativa y necesidad como país. Nuestro “liderazgo político” ha estado entretenido con la acumulación originaria de capital, en complicidad con una parte importante del liderazgo empresarial. No en establecer un marco jurídico/normativo propio.

Veamos en este enfoque jurídico-normativo, el primer problema de la falta de institucionalidad de nuestro país:

  1. No tenemos asegurado ninguna preservación de nuestros derechos, establecidos en ese marco jurídico-normativo. Esto es, derecho a la salud, educación, vivienda, trabajo, recreación, seguridad, alimentación, energía, derechos colectivos y difusos, justicia oportuna y eficiente etc. Revísese los derechos consignados en nuestra Constitución, todos son violados de forma grosera.
  2. Si muchos de nuestros derechos son violados, muchos entendemos que no tenemos que cumplir con los deberes. Esto es entendible, porque el liderazgo y las élites política y económica, llamados a cumplir y modelar el cumplimiento de estos, hacen un modelaje opuesto. Se benefician del incumplimiento de sus deberes. Generan una reacción contraria en los que debemos cumplir con los deberes, ya que justifican, por la falta de ética y moral, que cumplamos con nuestros deberes. No lo justifica, pero lo explica.
  3. El Estado y sus gobiernos, no nos garantizan nada, aun lo más simple: el derecho a ser atendido con oportunidad, decencia, eficiencia y eficacia por aquellos a los que les pagamos con nuestros impuestos. (Servidores públicos). Seguimos reclamando como favor, lo que nos pertenece como derecho. No tenemos siquiera acceso a los parqueos en las instituciones públicas, todos están dedicados a los funcionarios inorgánicos.
  4. El cumplimiento de las políticas públicas, de segundo nivel, deriva de este marco jurídico-normativo son un desastre. Claro, el desastre de su cumplimiento es para los jodidos y desarropados. Es un gran beneficio para los que la definen y deben vigilar por su cumplimiento. Los poderes político y económico han sido los únicos beneficiarios, en el pasado, presente y futuro. Claro, sé que eso no es sostenible, pero para que no lo sea, debemos trabajar para ello. Pero ya sabemos que no puede ser, desde el pseudo compromiso, eso ha fracasado y mucho lo sabemos.
  5. No quiero hablar de la seguridad jurídica. En este ámbito, estamos indefensos, para nuestro derecho a la propiedad privada, reclamo judicial, servicio oportuno y de calidad a cualquier servicio público, abuso policial o de cualquier autoridad pública. En este país, por la falta de institucionalidad, para los desarrapados, no somos más, que incertidumbre andante. Dependemos de la suerte y bondad del Espíritu Santo. Pero ya sabemos que no siempre nos acompañan. Por eso estamos jodidos.
  6. Todo en nuestro país, desde el punto de vista de la institucionalidad jurídica-normativa, está sin cumplirse o a medio cumplir, aunque esta última, en termino de evaluación, se encuentre en C, D, E o F. Lo penoso es que los poderes político y económico, los cuales se han beneficiado de este desastre y desorden, creen que todos somos idiotas. Su peor pecado es no darse cuentan que la vulgaridad de su idiotez “ilustrada” y económica, terminara atentando con su propia estabilidad. Los desarrapados, a quienes les negaron la institucionalidad, tendrán una justificación racional para atentar con la propia pseudo institucionalidad.

¿Ahora bien, donde está el problema más profundo de la falta de institucionalidad? ¿Qué es lo que más me preocupa y ocupa?

  1. a) La falta de institucionalidad, por la pérdida de los principios y valores que configuran la idiosincrasia dominicana. Esto es, la falta de mística y respeto a las tradiciones históricas que nos moldearon como nación. No hay institucionalidad, sin la preservación de los elementos simbólicos e intangibles de la cultura que nos dan una identidad como país.
  2. b) La falta de institucionalidad, por el olvido y negación del modelaje de los héroes históricos que se sacrificaron y aportaron al bien colectivo y nos hicieron sujeto de derecho.
  3. c) La falta de institucionalidad, por la pérdida progresiva de nuestra identidad e idiosincrasia nacional. No hemos sido capaces de enriquecer nuestra propia cultura con la diversidad de la cultura universal. La tendencia es a dispensar y disolver nuestra identidad y no a enriquecerla, preservarla y robustecerla.
  4. d) La pérdida de institucionalidad, por la falta de liderazgo político y económicos sin legitimidad, que, en el caso de los primeros, solo han hecho acumulación originaria de capital, y en el caso de los segundos, beneficiarse de la negociación ventajosa, en ocasiones sin escrúpulo y sin merito creativo e innovador, con el Estado.

Aunque no pierdo las esperanzas, pero será una labor titánica, tenemos la responsabilidad de romper con esta pseudo y espejismo de institucionalidad dominicana.

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