Antes de iniciar la carrera, y esto es antropología universitaria, se desató una pequeña controversia entre los Departamentos de Comunicación Social y Artes por ver quién administraría la nueva carrera. Por Comunicación Social llevaban la voz cantante los jesuitas José Luis Sáez y Alberto Villaverde, alegando que cine era comunicación; mientras que por Artes, hicieron dueto los artistas Norberto Santana y Amable Sterling, aduciendo que cine era una manifestación artística. Finalmente la disputa fue en favor del Departamento de Artes, que a partir de ese momento tendría dos carreras: Artes Publicitarias y Artes Cinematográficas. Cine es arte, es comunicación, es industria… ¡cine somos nosotros mismos, la vida!
Es justo destacar que estuvieron apoyando la creación de la escuela de cine, los profesores Humberto Frías y Jimmy Sierra (ambos fallecidos), nuestros más altos reconocimientos y respetos para ellos. Es para mediados de 1979 que se da inicio a la nueva carrera “Técnico en Artes Cinematográficas” en los Talleres de Artes, adscritos a la Facultad de Humanidades que dirigía el doctor Antonio Lockward Artíles. Ulises Regino, mayordomo de la UASD; Radhamés Beltré, locutor profesional; Josefina Montolío Payán, psicóloga y Juan Bautista Sánchez Zabala, fotógrafo profesional. Ellos fueron parte del alumnado que engrosó esa primera matricula cinematográfica.
Entre los avatares de la nueva carrera de cine, en 1980 se creó “El Núcleo de Estudiantes de Cine” presidido por el bachiller Ulises Regino, para dar paso casi de inmediato a la “Asociación de Estudiantes de Cine”, siendo su primer secretario general, Juan Bautista Sánchez Zabala, seguido después por Agustín Cortés Robles, Víctor Ramos… La misión de la Asociación de Estudiantes de Cine era tener voz y presencia en las reuniones educativas de la UASD para fortalecernos con cualquier medida en favor de los estudiantes, y sobre todo, de las nuevas carreras, como la nuestra.
Como era de esperarse, una carrera nueva como cine, sin un futuro laboral visible, presiones familiares, coerciones internas de la universidad, pronto comenzó a confrontar problemas. Iniciaron las deserciones y por consecuencia, la falta de cuórum de diez (10) alumnos para que abrieran nuevas sesiones. Acudíamos a re matricular materias, es decir, a repetir una asignatura para que los que venían detrás tuvieran la oportunidad de cursarlas y que no cerraran la carrera. Solicitamos ayuda a los compañeros de la Escuela de Publicidad y de la Licenciatura en Agronomía para que nos apoyaran, ellos correspondían. Cuando le tocó a ellos, hicimos lo propio, les devolvimos el favor también.
Un hecho anecdótico para la historia cinematográfica dominicana. La matrícula en la carrera de cine era tan baja que se hizo una resolución universitaria para aceptar hasta cinco (5) estudiantes por sección. Los créditos costaban un peso con cincuenta centavos (RD$1,50), para la época era mucho dinero (la guagua costaba diez cheles) y ya algunos compañeros no podían con las re inscripciones en materias ya aprobadas.
Pero sucedió un hecho inaudito. La UASD no abrió las materias ni reembolsó el dinero a los estudiantes inscritos. Entonces, desde la Asociación de Estudiantes de Cine, se diseñó un plan para asaltar en una madrugada cualquiera la Rectoría y exigir de ese modo nuestros derechos a las materias o al dinero. Una alborada, cual mercenarios cinematográficos, y en un hecho sin precedentes hasta ese momento, cerramos con cuantos candados y cadenas encontramos la vieja rectoría (Tenía una verja de hierro que cubría la entrada principal). El rector era el doctor José Joaquín Bidó Medina, cuando llegó hasta sus oficinas, se molestó, amenazó con cancelar matriculas, pero nosotros no cedimos en nuestras exigencias y derechos. Por mediación de la Federación de Estudiantes Dominicanos se arribó a un acuerdo y pudimos continuar ese semestre con secciones de hasta cinco (5) estudiantes. ¡La historia apenas comienza!
