Podría ser un exceso, pero en algún momento habrá que explicar, a partir de cierto rigor sociológico, lo “raro” de esta última etapa de la campaña electoral para la presidencia (2024-2028), marcada por la falta de entusiasmo entre los electores frente a las opciones que se les presentan, quienes en las municipales de febrero se hicieron sentir con más ánimo.
Posibles elementos a valorar del desinterés que se observa ahora pudieran ser la marcada temprana tendencia electoral favorable al candidato presidencial oficialista a la repostulación, quien desde el inicio de la gestión gubernamental mostró una resolución firme y eficaz para enfrentar la pandemia del COVID-19, disposición que se le regateaba como candidato, cuando lo motejaban con burlonas comparaciones.
Esa reveladora y aprovechada habilidad que desde entonces ha mostrado el presidente Luis Abinader, que tuviera despejado el camino legal a la postulación ahorrándose desafíos y trastornos, junto con el recogimiento político de la oposición en los dos años iniciales – parte de ella asediada por cuestionamientos morales y judiciales – y el descalabro que presentan los contrarios, les han facilitado el tránsito hacia la reelección.
Tal vez más allá de esos elementos, sería dable ponderar también la irrupción del Debate como estrategia de la campaña electoral, “novedad” que apenas aflora pero que la masiva red de plataformas de comunicación en todo el país y la proliferación de programas de televisión han potenciado la participación de candidatos congresuales que exponen sus propuestas.
Establecer una posible correlación de causa/efecto (y viceversa) entre el desinterés del electorado y la inusitada cosecha de debates, es una de las exploraciones que los sociólogos tienen pendiente, y, porque, además, el llamado “Debate Alternativo”, en el que participaron los candidatos presidenciales con mínima puntuación electoral, concitó gran expectativa y difusión en importantes medios nacionales de comunicación.
Para este miércoles 24 está pautado el que promueve la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios y en él expondrán los tres candidatos presidenciales que tienen mayor respaldo, por lo que ha concitado mayor atención por las posibilidades de estos, y- podría ser una nota curiosa-, porque Leonel Fernández, rechazara una vez participar alegando que solo él tenía capacidad para” conceptualizar”.
En la memoria histórica del país están otros dos debates, el primero ocurrido en 1962, entre el padre Lautico García y el profesor Juan Bosch, y el otro lo protagonizaron el dirigente perredeísta Hatuey De Camps Jiménez y el abogado Marino Vinicio Castillo, tras las votaciones de 1978.
La importancia de este debate está en que puede ser el que establezca esa modalidad como parte cotidiana de las campañas electorales próximas, las que desde ahora apuntan a reclamar nuevas estrategias de partidos y candidatos para convencer a los votantes, en una posible nueva era política que podría iniciarse a partir de este cuatrienio.
¡Una tarea para sociólogos!
