La gran nación del Norte, Estados Unidos, no quiere roce de América Latina con la República Popular China. Ese es un hecho. En República Dominicana, sin embargo, todos quieren fortalecer la relación con una China que no escatima esfuerzo para lograrlo.
Los norteamericanos acaban de lanzar señales fuertes a través del titular de su agencia preferida en cuanto a manipulación de la situación de América Latina y sus conexiones con el resto de mundo, específicamente, con China y la Unión Soviética. Luis Almagro, ladino secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), acaba de pedirle a los gringos un “compromiso más fuerte” de Estados Unidos con Latinoamérica para entregar vacunas y no ceder el espacio a Rusia y China. Como si fuera mandado a decir, lo dijo ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso norteamericano.
El titular de la OEA urgió a Washington a colaborar con los países de la región y no solamente con los vecinos limítrofes mientras crece la influencia diplomática de sus potencias rivales.
Abinader a ponerse claro
El actual gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), contradictorio en esto, como otras tantas cosas, dijo que las relaciones que encontró con China serían modificadas por razones de una necesidad geopolítica: hacerlas coincidir con las estrategias norteamericanas.
Pero la pandemia del coronavirus y la guerra de las vacunas contra ese mal, obligó a Abinader y su gobierno a retirar lo dicho. Y China se situó como el principal suplidor de vacunas, obligando a que el gobierno se desdijera con los hechos. La vacuna contra el coronavirus, que contagia y mata, aniquilando gradualmente la economía en todos sus órdenes, es un instrumento más que estratégico para la nación dominicana. Y China lo sabe, mientras los norteamericanos dejan al país en solitario con ese problema.
Dinero es lo que hace falta
Ya no es sólo vacunas. El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo de Abinader, Miguel Ceara Hatton, acaba de anunciar que China está facilitando al país un aporte de dos mil millones de pesos (200 millones de yuanes), y que no es un préstamo, sino una contribución del gobierno chino para ser invertidos en áreas por definir por parte del gobierno dominicano; simplemente, se trata de una cooperación del gobierno chino, tal como lo hacen otras agencias como la Unión Europea, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (ésta, famosa entre los dominicanos), y otras agencias”.
Es cooperación económica y técnica. No es reembolsable. Todo en un marco definido como de solidaridad de pueblos hermanos.
Se trata de un acuerdo dejado en el aire por Abinader en forma reiterada, en una actitud temblorosa, desde octubre del 2020. ¡Finalmente, lo hizo!
El 17 de noviembre de 2020 Abinader y su canciller habían firmado el compromiso con los Estados Unidos, para “salvaguardar la seguridad nacional de ambos países” excluyendo a suplidores de equipos y tecnología 5G que sean considerados de “alto riesgo”. Decía que la participación de República Dominicana en la Red Limpia que predicen los norteamericanos allana el camino para la expansión de las inversiones del sector privado estadounidense y fortalece las garantías mutuas para socios de la región y de otras partes del mundo con ideas afines”, dijo el subsecretario de Estado Keith Krach, al firmar con Abinader. Los chinos advierten que la red de telecomunicaciones que quiere Norteamérica es una red sucia, discriminatoria y politizada.
Ante el retardo dominicano, no valían los argumentos chinos de que se trataba de “cooperación sur-sur, que tiene como objetivo ayudar a otros países en vías de desarrollo, para reducir la pobreza, mejorar el bienestar de los pueblos, reducir la brecha y el déficit del desarrollo entre el norte y el sur y promover la construcción de una comunidad de futuro compartido”, como afirmaba el embajador chino ante el gobierno dominicano, Zhang Run.
Este embajador, en nombre de su gobierno, en respuesta a la agresividad verbal norteamericana ya había afirmado que “China no hizo daño en el pasado, ni lo hace en el presente ni hará en el futuro, a la seguridad de la República Dominicana y está dispuesta a llevar a cabo una cooperación mutuamente beneficiosa sobre la base de respeto a la voluntad de los dominicanos, las leyes locales, reglas del mercado y las prácticas internacionales para lograr una ganancia compartida”. Escrito está.
Y es el mismo embajador que hace algunos días se alineó codo con codo con la vicepresidenta de la República, Raquel Peña. En marco de complacencia mutua, esta recibía y agradecía que China le salvara la campana al país vendiéndole a 19 dólares, un segundo embarque de un millón de vacunas. Vacunas traídas de emergencia en vuelo sin escala en un carguero chino. Más, un regalito de 50 mil vacunas y miles de jeringuillas como insumo para la vacunación de los dominicanos.
Fue el segundo embarque, ya que primero vino uno de 768 mil dosis. La gente se está vacunando, mientras se esperan nuevos embarques de vacunas chinas.
De “luna de miel entre China y República Dominicana”, ya fue calificada la operación.
Algo que ni soñaba Abinader, cuando se instaló en el Palacio Nacional, y amenazó: “Si China quiere invertir en áreas no estratégicas del Gobierno dominicano, es bienvenida su inversión, pero la decisión del Gobierno dominicano es tener una alianza estratégica con los Estados Unidos”, hablando a escasos metros de su escritorio para el Wilson Center, de Estados Unidos, ONG supuestamente no partidista que dice se dedica a “investigaciones independientes y diálogo abierto”.
Las áreas estratégicas definidas por el gobierno son los puertos, aeropuertos y las telecomunicaciones. La salud, hoy más que nunca es más que estratégica, está claro.
Pero, así es la vida, opinó el ebanista del barrio, acostumbrado a observar, oír, y después hablar.
El camarada presidente chino, Xi Jinping, parece encierra en su acción expansiva, y su pensamiento la misma sabiduría que heredó del camarada Mao Tse Tung. Y avanza hacia territorios vedados por el Departamento de Estado norteamericano.
Lamento de advertencia
Abinader, sintiendo que el país es incapaz ante el avance de la pandemia del COVID-19, imploró ante el presidente Joe Biden. “Presidente Joe Biden, países de menor desarrollo y aliados tradicionales de los EE. UU., como República Dominicana, hemos aprobado la vacuna de AstraZeneca y la necesitamos con urgencia. No permita que la espera de nuevos ensayos demore nuestro acceso inmediato a esta vacuna. No sería justo”. Pero Biden anda mirando para otro lado rodando por las escaleras de su avión oficial, y mantuvo bajo secuestro un almacén de la vacuna AstraZeneca, sólo para los norteamericanos. Esa es la vacuna por la que Abinader pagó diez millones de dólares, pero que nunca ha llegado.
Los norteamericanos insisten en que la ofensiva de los chinos no es más que “neocolonialismo que usa la República Popular China al momento de invertir en algún país, además del uso del ADN de la gente”. Afirmó el director ejecutivo de la Corporación Financiera de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (DFC), Adam Boehler.
Danilo efectivo frente a Leonel guabinoso
Los diccionarios definen el término “guabinoso” como sinónimo de “resbaloso , resbaladizo, jabonoso, esquivo, baboso”.
Hoy, en Semana Santa, cuando abundan los accidentes en calles y carreteras, como durante todo el año, los policías dominicanos de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett), patrullan los caminos cabalgando en motocicletas de alto cilindraje donadas por la República Popular China.
Lo que está ocurriendo, ahora, es consecuencia de la acción del gobierno anterior, de Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuando decidió romper relaciones con Formosa, Taiwán, y establecerla con la República Popular China, algo que observó azorado todo el mundo, en el 2018.
Miguel Vargas Maldonado, canciller de Danilo Medina, saludó al canciller chino, Wang Yi, tras un acuerdo que relegó la historia de amistad que el país mantenía desde la tiranía de Trujillo, con Taiwán. Y dijo que con la RPC vendrían buenos acuerdos financieros.
Lo que hizo Medina lo diferenció grandemente de Leonel Fernández, cuando siendo presidente obvió acuerdos con la RPC para reconstruir el puerto de Manzanillo, construir en esa zona plantas de energía eléctrica, y montar un tren que llegara desde esa zona, atravesando el país, para colocar desembarcos de mercancías chinas en los hangares de Merca Santo Domingo, ahorrándoles al país y a los empresarios, grandes sumas en transporte y otros costos. Todavía en 2020, el gobierno chino insistía en la cuestión de las obras ofertadas desde Manzanillo.
China mantiene en oferta una línea de crédito de 600 millones de dólares para mejorar el sistema de distribución eléctrica que Leonel Fernández, obvió. Ahora, también Estados Unidos anda detrás de eso. La saliente embajadora Robin S. Bernstein, hasta viajó a Manzanillo, antes de su partida, y antes del cambio de gobierno en su país.
El presidente Fernández, tras la acción de Medina con los chinos, respaldó el gesto, y decía que deseaba eso desde el 2004. Todavía era el presidente del PLD. En esa ocasión, también rechazó que la mancuerna del país con los chinos fuera desestabilizadora para América Latina y el Caribe, como hizo trascender el Departamento de Estado de Donald Trump. Decía que lo que Medina estaba haciendo con los chinos era cuestión de soberanía, independencia y autodeterminación. En 2014.
La Cámara China de Comercio hasta medalla había entregado al entonces presidente Fernández.
El expresidente Hipólito Mejía, de tradicional amistad con Taiwán, también consideró atinado el paso dado con los chinos de la RPC.
Mejía y Fernández asistían, al hablar así, a la inauguración de la embajada China acreditada ante el país.
Pero como dicen los que saben, “el mundo está cambiando”. Y parece que esos cambios se están llevando por delante muchas grandes cosas. Falta por ver, cuán peligrosos pueden ser esos cambios.
