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miércoles, mayo 15, 2024

Policía Nacional órgano dificultoso genera dificultades

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Nunca sonó mejor ese estribillo que todavía repica en las calles y callejones de la ciudad: “¡Policía Nacional, una banda criminal!”.

Parecerían otros tiempos los de hoy. Pero, la Policía Nacional sigue protagonizando crímenes como cuerpo orgánico. Imposible pensar que eso fue diseñado para algo distinto al protagonismo criminoso.

La Policía Nacional de la República Dominicana es un órgano, no se le puede llamar institución, que revelado en sus acciones es, más bien, un trastorno social. Algo monstruoso, animalesco.

Este órgano, tradicionalmente, ha resultado incapaz de ser eficiente según sus fines en las letras. Excepto cuando se la convoca por vía de sus oficiales jefes, para conspirar con los políticos históricamente oportunistas que dañan todo lo que tocan.

Que una patrulla policial montaraz mate a balazos a una pareja de ciudadanos útiles y buenos, sin mancar un tiro, no es una novedad. Aunque, a juzgar por la reacción ante el hecho, de parte del Jefe del Ministro, y Jefe del Director de la Policía, esa Policía es capaz de sacar de quicio al más cuerdo y juicioso de los humanos.

Yendo por parte. Esos dos policías que asesinaron a una pareja de muchachones indefensos y tranquilos hasta lo religioso, en Villa Altagracia, merecerían, en un régimen brutal como del que ellos son dignos, que los fusilaran en público en el mismo tétrico teatro en donde hicieron de protagonistas de lo absurdo. Pero el país no vive bajo un régimen brutal, aunque no pueda negar que algunos de sus apéndices lo son.

Esa patrulla delincuencial tuvo a manos de inmediato un estribillo aprendido en el mismo cuerpo al que pertenecen: todo se debió a una confusión. Eran persecutores que buscaban a reales delincuentes. Ahí, está el absurdo.

Unos delincuentes eran buscados por agentes pagados para buscarlos, quienes, a su vez, resultan ser reales delincuentes en desbandada, pero con aspiraciones de ganar ascensos. Porque en donde están los que ya ascendieron, ese si es lugar lúgubre. Y también brutal y violento. Aquí, hay que referirse el exclusivo club de los altos oficiales que son la aspiración de clases y oficiales de segunda. Porque, ahí, es que se guisa. Esos sí saben y conocen de lo absurdo.

Una vez conocido el hecho, el Director de la Policía Nacional, un muchachón de igual origen y sumiso a las misma norma de la patrulla comentada, que está nuevo, nuevecito en ese cargo, con aspecto de teórico, pero que es incapaz de estructurar un discurso improvisado ante el público, derrumba de un plumazo, todo lo que huele a Policía en su Departamento de Villa Altagracia.

Pero, ¿por qué tan rápido? Todo en cuestión de horas. No se da cuenta de que indignado el pueblo, como indignado proclama el Jefe de su Ministro que está, por sí mismo indignado, quien debió de ser derribado fue el tal Director de hoy. Siempre ha sido así. En cualquier rincón de la media isla aparece siempre, un reemplazo heredero de Trucutú. En cuestión de horas, todo seguiría igual.

De modo que todavía ese Director no ha escapado de sus circunstancias.

El actual Director policial es el mismo que hace apenas unos días hacía de protagonista, sentado al lado del presidente Abinader, cuando ambos informaron detalles lo que sería el Plan de Seguridad Nacional contra la delincuencia. Y contra las atrocidades, incluidas las de la Policía Nacional.

Abinader llamó, dice que pidiendo perdón, a los parientes de los victimados por la Policía Nacional. Si sigue pidiendo perdón por los desaguisados policiales, se le va a ir el tiempo y le faltará tiempo, al cabo de sus limitados cuatro años de espanto.

Ahí, hay un desfase

En un órgano, no una institución, con un “Plan Estratégico 2016-2020, Versión actualizada a Enero 2017”, las cosas no podrán, nunca, andar bien en el 2021. ¿Será que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), con tantos problemas policiales en su propio patio, allá, en el Norte, dejó de lado su “asistencia técnica” para la Policía Nacional de la República Dominicana?

¿Comprenderá, Abinader, que en una situación así es muy difícil, casi imposible, hablar de una “reestructuración integral” que él anda soñando para la Policía Nacional? Para darse una respuesta útil, el bueno de Abinader, tendría que fajarse a estudiar y aprenderse, por lo menos, los rasgos esenciales de lo que ha sido la historia de eso que las calles han llamado con empecinamiento, “una banda criminal”. Es lo que recomendaría el mismo Américo Lugo de siempre.

Háganle saber a Abinader que él está hollando una partecita de la historia nacional.

De la Policía Nacional, se podrá hacer un recuento de su historial, más no una historia, como diría el historiador Américo Lugo. A lo que habría que agregar, que no una historia, sino un recuento, porque sería una historia muy larga, amplia y continua que es lo peor. Una historia atroz, grotesca, de crímenes inéditos. Esa es una triste realidad.

No habría que recorrer largo camino. Con los más de 300 muertos que dejó la jefatura policial de Pedro de Jesús Candelier, cuando le tocó en la presidencia de Leonel Fernández, no terminaría la cuenta. Y eso fue, ahorita. Es que los peledeístas fueron enganchados a gobernantes por su tutor en esas lides, el cínico Joaquín Balaguer, jefe sistemático de las brutalidades policiales con fines políticos. ¡Oh, Dios, como se le agolpa la sangre a uno en el cerebro, sólo de pensar en ello! Inventaron los planes de seguridad más inverosímiles, hasta pagar para no matar. Hicieron jefes policiales a marinos, guardias, pilotos. De todo, y nada.

Base de una maldad

En blanco y negro, se lee en las páginas web policiales: “Con la OCUPACIÓN MILITAR NORTEAMERICANA, en el año 1916, fue desmantelado todo el sistema militar y policial de la nación dominicana, donde desaparece la GUARDIA NACIONAL REPUBLICANA, conocida como “LA GUARDIA DE MON” y también la POLICÍA MUNICIPAL.

“En el 1917, en lugar de la POLICIA MUNICIPAL, surge la CONSTABULARY, SEXTO SISTEMA POLICIAL, cuya organización se correspondía al modelo norteamericano y su función era la de mantener el orden interno y de hacer cumplir las disposiciones ejecutivas del gobierno norteamericano, su estructura legal está basado en órdenes ejecutivas norteamericanas”. Nada ha variado, entonces…

“Surge el 2 de julio de 1921, LA POLICIA NACIONAL DOMINICANA, OCTAVO SISTEMA POLICIAL, mediante orden ejecutiva número 631, del contralmirante TOMÁS SNOWDEN, sin embargo, este nombre no alteró en ningún sentido el funcionamiento de los cuerpos armados”. Les contamos, entonces, que ese Tomás Snowden es el mismo Tomás Snowden primer mandatario del Santo Domingo invadido por los norteamericanos. Fue a uno de los oficiales invasores de Snowden a quien, un muchacho de 17 años, nombrado Gregorio Urbano Gilbert Suero, enfrentó y mató con una pistola en el muelle de San Pedro de Macorís, en 1917.

Rafael Trujillo, después, se encargaría del resto. Montar una Policía Nacional a su imagen y semejanza.  Decidió agrupar todos los cuerpos de policías municipales en uno sólo, con el nombre de “POLICÍA NACIONAL”, mediante Decreto No.1523, de fecha 2 de marzo de 1936.

Después, por ahí, han pasado reformadores policiales de todo tipo y calaña.

Abinader en su “reforma integral” se revolverá en la misma Policía Nacional y su oficialato. ¿Con la asistencia de siempre del Departamento de Estado Norteamericano? ¿O, a su Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)?

Ya que nunca ha habido más nada, tal vez, en estos nuevos tiempos acudiría a los rusos, a los chinos, ¿o a los esbirros latinoamericanos que se le ofrecerán a granel?

Como se trata de la misma “banda criminal”, no crea que poniendo a dirigirlas a jefes extraños, sacados de las Fuerzas Armadas, encontrará solución… ¡Suerte, le deseamos, presidente Abinader! ¡Y despacio, para que dure!

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