La crisis que afecta hoy al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con el mutis de destacados dirigentes y militantes en toda la geografía nacional no es nueva, sino que se mantuvo latente desde su fundación en 1973 y no detonó antes debido al liderazgo caudillista, mesiánico de Juan Bosch.
Solo el liderazgo y el prestigio del autor de La Mañosa pudo unir intelectuales, ex militantes de izquierda y personas provenientes de las capas medias de la población, muchas con egos muy pronunciados.
Aun así, el PLD, bajo la recia personalidad de su fundador, sufrió rupturas, aunque no tan significativas como la ocurrida con la salida del ex presidente Leonel Fernández y otros dirigentes para fundar la Fuerza del Pueblo, bajo el alegado de que se impuso la candidatura presidencial de Gonzalo Castillo con un fraude.
“Hay quienes no podemos vivir en medio de la mentira, el engaño, la manipulación, la dobles, el irrespeto, la petulancia, el incumplimiento de la palabra empeñada, la simulación, la hipocresía y la desfachatez”, dijo Fernández en un discurso que dirigió a la nación el 20 de octubre delo 2019.
El propio Bosch, en marzo 1991, renunció de la organización alegando que el “grupismo” penetró en la organización. “Yo he renunciado porque en el PLD han surgido las luchas grupales y es algo que no puedo admitir”, alegó en ese momento. Días después varió su posición y la organización aparentemente se unificó bajo su jefatura.
La renuncia de Francisco Javier como jefe de campaña de Abel Martínez da otro giro a la crisis que afecta al peledeismo puesto que es considerado un golpe muy fuerte a la aspiracion de la organización de volver al poder en el 2024, que las encuestas ubican y hoy en tercer lugar y a veces en segundo de la preferencia del electorado.
Esa renuncia agudiza la lucha dentro de la organización entre los partidarios de los que están a favor de que se produzca un pacto con la Fuerza del Pueblo para apoyar la candidatura de Leonel Fernández a la Presidencia de la República y a quien consideran pudiera unificar a gran parte del peledeismo.
El factor Estado
Otro factor que lo mantuvo unido fue la llegada al poder, que ocurrió cuando Bosch había declinado como líder de la organización.
El poder, administrar los recursos del Estado contribuyó a que los peledeistas se mantuvieran cohesionados en las últimas dos décadas, pues las disidencias eran neutralizadas con cargos públicos.
Era tal la identificación del PLD con el Estado que en algunos momentos muchos dirigentes lo confundían con la organización política.
Solo la recia personalidad de Bosch y la administración del Estado permitieron la unidad del PLD a lo largo de estos años, ahora ocurre lo contrario con la ausencia de un liderazgo fuerte.
Salido Bosch del escenario político y la pérdida del gobierno en las elecciones del 2020 vino la fragmentación en cascadas y hoy estamos ante un desmembramiento del partido morado nunca antes visto.
El primero en marcar el mutis, es decir la salida fue Leonel Fernández, que entre otras cosas no iba a someterse al liderazgo de sus compañeros, ya que se consideraba heredero de Juan Bosch.
Los renunciantes lo hacen sin ninguna diferencia ideológica, se van a donde consideran que pueden obtener canonjías políticas cuotas de poder con cargos electivos, ya que entienden que el PLD no se lo garantiza.
Sin embargo, es bueno consignar que, a la democracia dominicana, caracterizada por falta de institucionalidad pese a que tiene más de sesenta años desde la caída de la dictadura de Trujillo, requiere de una oposición fuerte para que pueda servir de contrapeso al partido que está al frente del Estado.
Un país donde siempre hay tentaciones autoritarias y desbordamientos dictatoriales no puede darse el lujo de tener una oposición débil, ya que con ello no hace frente a los desmanes del poder.
