25.6 C
Santo Domingo
viernes, mayo 17, 2024

Colombia, con Petro, convertida en escenario acelerado de los símbolos

Las más leídas

Gustavo Petro no anda en busca de la paz para su país, Colombia, como si se tratara de un juego de azar. O sí, de una lotería en la cual él empezó a demostrar que tiene en sus manos todos los boletos, para poder discriminar los premiados de los no premiados.

Tan pronto se juramentó como presidente de su país, Petro convirtió a Colombia en un escenario acelerado de símbolos.

Pero no sólo símbolos, sino concreciones puestas en marcha de inmediato para complacer y generar nuevas expectativas.

Petro designó como su canciller al viejo Álvaro Leyva, y ya éste anda por La Habana, Cuba, con una delegación que encabeza el alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda. Empezaron inmediatas reuniones de las que toman notas que remiten de inmediato a su presidente, con los Diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla izquierdista, ya reanudados. Leyva proclamó el compromiso de Colombia a rechazar cualquier declaración contra Cuba. El ELN, a demostrar que realmente quiere la paz.

Con la espada de Bolívar en ristre, que más que un gesto es una demostración de Petro de que lo trae todo pensado, contrario a lo que se podría creer de que se trata de un personaje repentista. En realidad, ya se sabrá quién es más conveniente, si el repentista o el que trae todo pensado.

Iván Duque estaría convencido de que Petro no sería incapaz de hacer lo que hizo: pulverizar en las multitudes, en pleno escenario, su arrebato, a primera vista poco inteligente, negando su autorización presidencial para mover la espada de Bolívar, para que Petro la mostrara en gesto solemne ante las gentes hartas de los fastidios presidenciales en égira.

Petro no sólo movió la espada, sino que ordenó precisando que lo hacía como “presidente”, comandante en jefe, a los militares de su entorno inmediato representados en el general superior que sería de su cabecera, que trajera la espada.

 

Gustavo Petro
Gustavo Petro

Y la espada fue removida, (fue preciso disponer de un receso imprevisto), todavía con la presencia de Duque y su cohorte, en las habitaciones de la Casa de Nariño, de donde en pocos minutos saldrían rezongando, en un espectáculo deprimente hasta para los incautos.

Tuvo razón, entonces, el jefe del Ejército colombiano Eduardo Zapateiro cuando adelantó su renuncia para evitar caminar junto a Petro en su investidura, después de criticar al nuevo gobernante en público

Pero Iván Duque quien acercó a los intramuros de Bogotá a las tropas y las armas mortales de la OTAN, ganando el calificativo del presidente Joe Biden de “principal aliado”, reapareció rescatado por el Pentágono, juramentándose como empleado a tiempo completo del think tank Wilson Center de Washington, para “investigar sobre crisis climática y democracia, pasando por los desplazamientos migratorios”. Todo un talento político, el colombiano.

El mejor testimonio que deja Duque como gobernante en Colombia para esos merecimientos y ditirambos, como thinking thank norteamericano, son las alarmantes cifras de violencia como reto para el Gobierno de Petro. Por el incumplimiento del acuerdo de paz y la poca presencia estatal en los lugares más apartados de Colombia. Una estela de violencia y asesinatos de líderes sociales y excombatientes, y numerosas masacres.

Duque, en 2019, también interrumpió el canal que se había abierto para acercar al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y nunca lo retomó.

Los nuevos senadores en Colombia, y en Washington lo conocen, a menos de una semana de instalado el nuevo Congreso de ese país, para el período legislativo 2022-2026, aprobaron el Acuerdo de Escazú, el primer tratado ambiental de América Latina y el Caribe, que llevaba dos años de dilación, y Duque y su gente mirando para otro lado.

Los nuevos parlamentarios colombianos, también, ya ejecutan su acción de Parlamentarismo binacional, para hacer sesiones plenarias conjuntas con legisladores de Venezuela en la frontera.

Entonces, cuando de símbolos se trate no se podrá perder de vista el anuncio, otrora algo pecaminoso, del ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, de que contactará «de inmediato» con su homólogo colombiano Iván Velásquez Gómez para restablecer las relaciones militares, entre ambos países. Ya se produjo una reunión en la frontera, entre los cancilleres, de Venezuela, Carlos Faría, y su homólogo de Colombia, Álvaro Leyva.

Ya Petro resaltó que trabaja para reabrir la frontera de Colombia y Venezuela.

Cuando el rey de España, Felipe VI se quedó sentado mientras todas las personalidades se ponían de pie para reverenciar la espada de Bolívar, ya en el escenario, tal vez, le pasaron por su mente que, con esa misma espada, Bolívar propinó muchos sablazos a las tropas del imperio español de la época, para convertirse en padre de la Patria de Colombia, y mucho más.

Más que símbolos, sin embargo, la realidad que se debate y asimila hoy, en Colombia, es la nueva Reforma Tributaria lanzada a propuesta del régimen de Petro, contra la desigualdad, presionando la inflación; con impuestos saludables a bebidas edulcoradas para proteger la salud de las familias; eliminando botellas y las nóminas paralelas de la administración pública, los gastos superfluos y suntuarios (sólo en la Presidencia, Petro ordenó eliminar 120 cargos, porque quienes los ocupaban no hacían nada); contra las anomalías en el sistema de salud; mejorar las pensiones, penalizar los patrimonios de los oligarcas y mejorar las tarifas de la renta. De eso se trata. Y también es asunto más que simbólico.

Buscando sables para ponerlos en manos de quienes no son nadie en Colombia.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Lo último