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domingo, abril 28, 2024

Una historia para ser contada

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Durante una recepción en Bolivia, donde fui nombrado representante de la Organización de Estados Americanos en 1985, mi ex compañero de estudios en Planificación General en Chile, el boliviano Flavio Machicado me presentó a un amigo suyo llamado Herman a quien le pregunté, ¿usted a que se dedica? Yo al narcotráfico, me respondió.

Ante mi sorpresa Flavio forza a su amigo a darme una explicación, que fue la siguiente: yo tenía una mina de plomo y a cada rato un trabajador de la mina llegaba a mi despacho, sangrando por la nariz a causa de los efectos de picar en las profundidades la extracción de algo tan venenoso como el plomo. Me dije un día: tengo que hacer otra cosa y busqué algo bonito como la agricultura, vendí la mina y con el dinero compré tierras y una agencia de tractores. Ahora siembro Choclo (maíz) pero quien me compra cosechas enteras para los trabajadores de la coca y preparación de la pasta básica en el Chapare (una región de Bolivia) son los narcos.

También, me compran al cash tractor para hacer aeropuertos en la selva para transportar la pasta básica a Colombia donde están los laboratorios de cocaína, me explicó.

Quizás se pudiera pensar eso ya no es así …eso ocurría en los tiempos en que Pablo Escobar dominaba …

Mis averiguaciones es que ya hay laboratorios de cocaína en Bolivia, Perú, Ecuador y de allí llega la que es atrapada más o menos una entre cien cada semana a República Dominicana.

Uno puede creer que el que se dedica al narcotráfico siente pudor en dedicarse a ese negocio. Al contrario, Pablo Escobar Gaviria se jactaba de ser el segundo hombre más importante después del Papa.

El famoso narco colombiano llegó a ser miembro del Congreso en Colombia. Lo que esas gentes no aceptan es a aquellos que les obstaculizan sus negocios.

Escobar mató al ministro de Justicia, Lara Bonilla, por propugnar la Ley de Extradición a Estados Unidos y al director del diario El Espectador,   Guillermo Cano Isaza, por respaldarlo en sus editoriales. Eso es lo que más le dolió  a Quirino  Ernesto Castillo aquí en RD.

 

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