Justo ahora, cuando muchos países comienzan a sentirse libres del funesto virus del Covid-19, que nos mantuvo bajo su yugo por más de dos años, cobrando millones de vida en todo el mundo, otra desgracia irrumpe la poquita tranquilidad que sentimos, y es la guerra entre Rusia y Ucrania.
A pesar de que estamos a más de 9,200 kilómetros de distancia de Ucrania, la crisis que ya de por sí, inició, podría impactar negativamente nuestras economías. El presidente Luis Abinader suspendió todas sus actividades agendadas ipso facto para reunir de emergencia a su gabinete económico ante los efectos que podría desencadenar el conflicto bélico.
Estos enfrentamientos entre ambas naciones son catalogados por expertos en derecho internacional como los de mayor operación militar después de la II Guerra Mundial, considerada hasta el momento como la más destructiva de la historia.
El conflicto entre Rusia y Ucrania viene desde 1991 cuando la Unión Soviética es disuelta y parte de sus territorios terminan siendo repúblicas independientes.
Pero muchos se preguntarán: ¿Por qué ahora Rusia invade a esa nación que posee soberanía y se rige por la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y el judicial? A juzgar, las opiniones son diversas entre los especialistas en el tema. En término general y para no entrar en muchos detalles, todo viene por un asunto geopolítico, de dominio territorial.
No es que Ucrania sea la última coca cola del desierto, o la panacea para qué tanto, Occidente como Rusia se peleen por tenerlo como su aliado, ya sea dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), o fuera de este. Realmente y es importante decirlo, Ucrania es un gran productor y exportador de cereales (maíz, trigo y minerales).
El presidente ruso Vladimir Putin dio una señal clara de lo que podría venir e hizo las advertencias. A él y a su gobierno no le interesa o conviene que Ucrania se congracie con el Occidente de Europa, pues estaría restándole dominio en su territorio. Y si a hablar de liderazgos vamos, a Putin hay que sacarle su comida aparte. Si no es el mejor estratega del mundo, bien cerquita debe andar y eso lo saben sus “enemigos”.
Mientras tanto, los países con economías dependientes sufrirán aún más los efectos de este conflicto. En nuestro caso específico también podríamos sufrir reveses importantes, pese a ser una de las economías de mayor expansión de la región que nos ocupa.
Desde ya muchas naciones comienzan a trazar nuevas estrategias para lidiar con los precios de los commodity. El precio del barril de petróleo rondó en esta semana los cien dólares, mientras que los precios de los alimentos podrían dispararse a niveles nunca vistos.
Ante tanta tozudez de parte de nuestros principales líderes mundiales, solo nos queda orar para que el conflicto no llegue a mayores estragos, y de nuevo se imponga la paz que es lo que tanto desea el mundo en estos momentos y termino con una frase del filósofo chino Sun Tzu que dijo en su libro El arte de la Guerra: “La mejor victoria es vencer sin combatir”. Ojalá y podamos aplicarla en algún momento.
