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jueves, mayo 16, 2024

Pedir perdón y reconocer un error: engrandece

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La Policía Nacional en vez de poner a pobres agentes a escribir mensajes llenos de faltas ortográficas, que pida perdón de manera institucional y se sacuda esos polvos que opacan su maltrecha imagen.

Pedir perdón, como lo hizo el presidente Luis Abinader en torno a ese caso, engrandecería la Policía Nacional y la distanciaría de un hecho tan borchornoso como el de la muerte de la pareja de pastores evangélicos.

Esta cháchara de friquitín aupada por el reporterismo ignaro, confirma que periodismo no es lo mismo que relaciones públicas.

El virus del reporterismo inconsciente afecta a casi todas las instituciones del Estado, que llenan un cubículo con muchachos y muchachas llenos de energías y dispuestos a informar lo que pasa, pero no tienen capacidad para encargarse de la imagen de un institución como la Policía Nacional, expuesta a diario a escándalos de magnitudes considerables.

La mayoría de los funcionarios públicos padecen de conchoprimismo agudo, no se dejan asesorar por nadie que tenga capacidad para ello, prefieren a uno o dos reporteros que   digan ‘usted y sí señor’ a un especialista en manejo y proyección de imágenes.

Las relaciones públicas están compuestas por una serie de acciones estratégicas a desarrollarse en determinado momento con el propósito de crear vínculos y relaciones y comunicación entre los distintos grupos de personas a los que van dirigidas las acciones o la función pública en este caso, de un gerente o un funcionario o una institución del Estado.

Las relaciones públicas constituyen un instrumento indispensable de la comunicación institucional y empresarial. Su importancia es tal, que se le  debe situar en un asiento al lado de la función directiva dentro del entorno empresarial o institucional. Todas las instituciones que tienen una imagen sólida, firme y vigorosa, cuentan con un director de comunicación como encargado de diseñar y desarrollar todas las estrategias tendentes a  lograr una base de las comunicacional acorde con los dictados de la ciencia y no al ‘correveydile’ del reporterismo que muy bien puede encargarse de comunicar lo que se elabora el la fragua de las relaciones públicas.

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