Voy a contar un caso real que conocí mientras viví en Inglaterra en los 70s. En el relato que voy a hacerles, no se pone en juego una de las cosas que practica la naturaleza con más eficiencia: el equilibrio.
Vivian Nicholson estaba casada con Keith y ambos estaban ligados al arte en condición nada destacada, como participantes en 3ra. línea.
Keith Nicholson, el marido, estaba en el baño y, la esposa apuntando en la boleta de apuestas el que le decía su marido, por ejemplo, entre Manchester y Leverpool ponle que va a ganar Liverpool.
Ninguno de los dos sabía de fútbol. Así llenaron para los doce partidos del fin de semana.
Simplemente adivinando al azar.
Los expertos hicieron otras apuestas basados en el conocimiento de la potencia de cada equipo contendor.
Pero en esta ocasión todos los pronósticos fallaron y el boleto ganador fue el de los Nicholson que como únicos ganadores recibieron el equivalente a 8,400 000 dólares.
A partir de entonces, los Nicholson se dedicaron a gastar, gastar gastar. ¿En qué?
En cualquier antojo, desde abrigos costosos hasta rentar un avión con todos sus amigos o conocidos para irse de parranda a algún destino atractivo.
En la vida de cualquier persona común puede ocurrir que se practique ahorrar algo de los ingresos para enfrentar lo imprevisto.
En la economía personal o en la pública se ha comprobado que de los ingresos recibidos debe practicarse el ahorro, que usado para fines productivos se convierte en inversión, que ha de crear producción. o sea, ingreso para alguien
Esa dinámica puede hacer una persona, una empresa o una nación un camino a la prosperidad
Vivian quisó demostrar que las cosas no son así. Gastar, gastar y gastar es más atractivo.
Se casó cinco veces en su vida y murió en la miseria en 2015 y no le sirvió el aprendizaje ni siquiera para saber usar lo que le pagaron por la película que hicieron sobre su vida que se llamó Spend Spend Spend.
Dados los efectos causados por el COVID-19 casi todos los gobiernos han considerado iniciar una nueva acción para contrarrestar los daños de desempleo, pérdida de ingresos, reducción de consumo, y el desarrollo de un camino de contracción en todos los planos.
A mí se me ocurre hacer una advertencia. Si los fondos del Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo se abren para los países denominados subdesarrollados no necesariamente se traducirá en bienestar porque depende donde se coloquen los mismos.
Sin duda, si se abren los canales y los administradores de los fondos adquiridos no los encaminan hacia la generación de nuevas capacidades productivas nos puede ocurrir como a Vivian.
Ustedes seguramente han visto con qué facilidad ciertas personas se endeudan en adquirir una jeepeta que le generará nuevos gastos solo para producir envidia entre sus semejantes.
Claro que los gobiernos pueden acceder a fondos que conduzcan a paliar los efectos de esta crisis, pero igual se requiere la sabiduría como la gran variable en juego en esta ocasión.
