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jueves, mayo 2, 2024

Jacque Viau y Sanchu

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Esos pretendidos puritanos, muchos de los que se desviven alabando a un «Dios» que citan y anteponen a todo y todos, se desnudan porque su «devoción» tiene un límite intransferible: el haitiano y todo lo que huela a Haití, que a veces extienden a los pobres y «prietos» -que para muchos de ellos es lo mismo- temas en los que sustentan su muy arrogante y parcializado «maniqueísmo».

Altisonantes desde las redes sociales y cuando pueden ostentar una migaja del abusador poder cómplice, redes y poder que deben ser fuente y sustento de una diversidad enriquecedora, respetuosa e igualitaria en cada quien ejercite sus deberes y se beneficie de los derechos con que la sociedad postula su desarrollo.

Este abril de conmemoraciones y de celebración de la Semana Santa certifica la «autenticidad» de esos aberrantes que pretenden imponerse a la sociedad, toda desde sus prejuicios y con acciones que solo exhiben, pero que son incapaces de mantener cuando con un algún atisbo de resistencia se las confrontan.

Un soberbio funcionario de una ciudad de provincia, que se pretende dueño del hacer y accionar cultural, me recordó que allá en Batey 6, muchos años atrás, a un ex-jefe de guardacampestres  (Polanco, ex-mayor de la Policía), con disparos al aire dispersó en un Viernes Santo un Ga-ga, alegando ambos – resultado de su ignorancia esa que no le alcanza para llegar a June Rosenberg – que es un «ritual diabólico».

Porque muchos/as desconocedoras/es de la realidad de el Ga-ga, y sus implicaciones históricas y culturales en la sociedad dominicana, particular en bateyes de los ingenios azucareros, lo anexan solo a los haitianos y a Haití, siendo «envueltos/as»  y conducidos/as hacía una «lucha» contra «un enemigo», que no tiene ni las fuerzas, ni los medios para combatir.

Es la diversificación y la tolerancia, esas que aquellos «puritanos/as» rehuyen, rechazan, y que temen «como el diablo a la cruz», combaten a nuestros vecinos haitianos, los que nos prestaron a Jacque Viau Renaud, el poeta que en 1965 escribió en las calles constitucionalistas su más auténtica poesía, la que llevó a y leyó en Batey 6, Andrés Bonelly (Sanchu), a ese que las fuerzas oscurantistas, en una trama de la época, trasesgaron a Haití, dónde murió sin que nunca se diera cuenta su desesperada madre Isabelita.

Este abril de Sagrario Díaz Santiago y del sábado glorioso que a la 1:30 de la tarde aperturó la tronante voz de Peña Gómez, hace 58 años, mide la autenticidad del «patriotismo» que enarbolan, pero que mendigan la «bendición» de quién dos veces el siglo pasado pisoteó esa bandera que ellos flamean contra Haití.

 

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