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domingo, abril 28, 2024

Experiencias vividas VII

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Después del fracaso en 1949 del  intento de derrocar a  Rafael L. Trujillo por parte de  Juancito Rodríguez, diez años después, la insurrección de Fidel Castro  triunfó en Cuba, y los exilados dominicanos, esta vez incluido el hijo de Juancito, José Horacio Rodríguez, intentaron una expedición armada, esta vez por Constanza, provincia de La Vega, que sin el respaldo interno organizado condujo a que fueran rodeados por el ejército del tirano con poco esfuerzo y desde luego  los eliminaron  a todos.

Yo puedo dar testimonio de que esa experiencia, se basó más en la emoción que en las posibilidades de triunfo, puesto que yo, con todo mi corazón, hubiera hecho lo necesario para colaborar, y probablemente también los otros que  organizó  Marien García en el Cibao. Pero la organización interna estaba lejos de ser la apropiada para que una lucha armada tuviera la oportunidad de triunfar.

En 1956, Máximo López Molina creó el Movimiento Popular Dominicano y vinó al país desde Cuba con la idea de: ”Lucha interna o Trujillo Siempre”. Pero no alcanzó los objetivos de llegar muy lejos en esa muy correcta meta.

El poder de la dictadura era enorme. El miedo a las tenebrosas manos de la inteligencia del gobierno era tal que los que hubieran sido favorecidos de una repartición más justa de la riqueza, y además con una libertad política era una pelea, que el gobierno tenía todas las de ganar.

 

Las dictaduras prevalecientes en nuestra América tenían el soporte de USA, que hacía más difícil cualquier acción, porque la URSS y USA polarizaron los lados de la Guerra Fría, al dividir el mundo de influencias, después de la derrota alemana de la II Guerra Mundial en 1945.

Pero por más monolítica que fuera la fuerza de la tiranía, no se escapaba de contradicciones internas.

Jesús de Galíndez, nacido en 1915, participó en la lucha por la democracia en España, pero Francisco Franco se adueñó del poder en 1939 y los derrotados buscaron exilio y Trujillo aceptó una parte de ellos en RD por razones de racismo anti haitiano, al buscar repoblar de blancos la nación. Este personaje conoció de cerca la dictadura y se ausentó del país y se refugió en USA, donde escribió un libro como nacionalista vasco en contra de Trujillo y desde luego contra Franco.

Las largas manos de la dictadura lo alcanzaron y lo secuestraron usando una avioneta piloteada por Octavio De La Maza, hijo  de Antonio De La Maza. Para conseguir el silencio de ese acto macabro, no solo mataron al piloto sino que lo humillaron diciendo que se había suicidado al saber que se había descubierto su inclinación homosexual. Murió el 5 de junio de 1956. Ese hecho determinó la participación de Antonio De La Maza junto a Juan Tomás Diaz, quien tuvo el honor de disparar las balas que segaron la vida de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, en vía hacia San Cristóbal, por  información brindada por el teniente Amado García Guerrero, ex escolta del tirano.

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