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miércoles, mayo 15, 2024

El régimen de consecuencias ¿Una utopía?

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Últimamente se habla mucho del término “régimen de consecuencias”, muy aplicado por padres responsables ante las desobediencias de los hijos.

Cuando un hijo violentaba las normas establecidas en la casa, o no cumplía con las responsabilidades asignadas nadie le despintaba su castigo, que iba desde una pela con correa, pasar horas bajo el sol hincado, o de pie frente a una pared, se le prohibía jugar con los amigos, ver televisión, salir de la casa… un sinfín de sanciones que provocaban pavor y miedo.

Durante el régimen trujillista se puede decir que también se aplicaba de alguna u otra manera un régimen de consecuencias, en el sentido de que quienes infringían las leyes que imponía el tirano, pagaban hasta con la vida.

Pero bien, ahora todo el mundo habla de un régimen de consecuencias ante un festival de transgresiones que se producen día a día en todos los ámbitos.

Las más comunes son las infracciones que se comenten en el tránsito y con las que las autoridades no han podido poner una parada. Porque si a un conductor que viola de manera infraganti una norma o ley se le aplicara el régimen de consecuencias, estoy segura de que ese infractor lo pensaría dos veces antes de repetir la acción.

Recientemente el presidente Luis Abinader afirmó de manera categórica que en su gobierno hay un régimen de consecuencias, refiriéndose a que todo aquel que roba dinero del Estado va preso.

El presidente hizo la afirmación en un tono molesto ante la insistencia de periodistas que lo abordaron sobre la clonación de la tarjeta Supérate, un programa destinado a gente vulnerable y necesitada, que fue burdamente violentado por una red de malhechores.

Pero no nos vayamos muy lejos y apliquemos el término a otros ámbitos de la vida nacional. Por ejemplo, bajar línea y régimen de consecuencias a aquellos políticos acusados de corrupción administrativa, que han burlado al propio Estado dominicano, y que molesta sobremanera a un sector de la sociedad que trabaja y paga religiosamente, con el sudor de su frente, cada centavo requerido en impuestos.

Hay que aplicar régimen de consecuencias al sistema educativo dominicano que ha derrochado millones y millones de pesos en planes cuyos resultados no reflejan un mejoramiento en la calidad de la educación que se sirve.

También someter a un régimen de consecuencias a ciertos “médicos” que estafan a los pacientes y al Estado con sus malas prácticas, al igual que las aseguradoras de salud, de pensiones y de riesgos.

Aplicar régimen de consecuencias a policías y militares desaprensivos que violan constantemente nuestras leyes y normas, pero igual a aquellos funcionarios depredadores del erario.

En fin, ya que hablamos tanto de régimen de consecuencias, hacerlo valer ante tanta mediocridad, desorden e irrespeto sería la salvación, pero lamentablemente, el régimen de consecuencias en nuestro país es letra muerta, o ¿Será una utopía? Y aunque el presidente Luis Abinader tenga la mejor intención de querer aplicarlo, cada día se hace más difícil llamar al orden.

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