La Cámara de Diputados aprobó la ilegalidad de la interrupción del embarazo aún si proviene de una violación o si la madre está en peligro de muerte, o la criatura.
¿De qué lado se fueron los diputados entre el violador y la violada? No tengo que decirlo. La violada queda impedida de actuar para reponerse del agravio. Peor, es penalizada si actúa interrumpiendo el embarazo. Dejan en el aire algo como lo siguiente: las mujeres son una propiedad pública donde predominan los instintos sexuales masculinos.
Los diputados colocaron a República Dominicana, para separarla de las 181 naciones que reconocen el derecho de la mujer de interrumpir un embarazo por las tres causas: de peligrar su vida, la de la criatura o por violación.
Yo me siento particularmente orgulloso de haber nacido en República Dominicana. Creo que esa nación se ha destacado por tener una población orgullosa de su pasado y admirada por visitantes y que ha atraído a nacionalizarse en ella decenas de nacionalidades del mundo.
Pero con la actitud de los diputados estamos enviando un mensaje contradictorio que dice: las mujeres no tienen en República Dominicana un lugar seguro.
En adición no reconoce los derechos de la comunidad LGTB. o sea, una pareja gay no puede casarse en República Dominicana. Algo superado hasta por el ejército norteamericano.
En mi familia somos 13 hermanos con 32 hijos y tenemos entre ellos dos gays. O sea 6.25%.
¿Les parece mucho? Tengo otras encuestas. En Chicago hubo una en la ciudad que dio 10%.
Si asumo 5%, entonces en República Dominicana hay 530,000 gays y/o lesbianas. Ignorar en sus derechos a esa parte de la población es una democracia incompleta. Si le agregamos los dos padres estamos ignorando 1,590,000 personas.
Penalizar la interrupción del embarazo y no darle en la torre al machismo, que mata 100 mujeres al año, es más o menos decir lo siguiente: Si alguien viene a mi terreno y siembra una mata de mango. Yo tengo todo el derecho a arrancar la semilla y botarla, pero si me viola mi esposa y la embaraza yo tengo que respetar el derecho del delincuente que dice: usted no puede hacer nada contra la semilla que un día será mi hijo o hija. Es más, tiene que alimentarla y educarla.
Decimos que vivimos en democracia, pero recuérdense de la importancia que yo le atribuyo a los detalles.