El reciente evento en el que Dalai Lama le dio un beso a un niño ha desatado fuertes controversias y numerosas críticas en los diferentes medios de comunicación. Algunos lo han aplaudido por su supuesta naturaleza amorosa y compasiva, mientras que otros lo han condenado como una aberración. Y este calificativo lo comparto en su totalidad.
Es una total aberración que un líder budista, el líder espiritual tibetano le pide a un inocente que si este puede chupar su lengua.
Cuánto asco sentí al presenciar tan lastimosa imagen. Cuanta confusión encierra la visualización de este video que se ha hecho viral en todas partes del mundo y en el que ha causado revuelo, tanto positivos como negativos.
Sin embargo, pese a lo insólito de la escena, hay que destacar la reacción de los presentes, quienes vieron el acto con naturalidad y algunos incluso se rieron. Qué Pena.
Tal vez, producto del momento, quienes no supieron qué actitud tomar en ese momento y, viniendo de una supuesta persona respetable, les causó hilaridad.
Es cierto que vivimos en un mundo que está en constante cambio y que los valores tradicionales están siendo desafiados. Pero eso no significa que los valores, la prudencia deban desaparecer. No. Es, en momentos como estos es que debemos reflexionar sobre lo que realmente importa en la vida.
Importa lo que estamos cosechando, lo que estamos sembrando en nuestro entorno familiar, con nuestros semejantes.
La sociedad en que vivimos, todavía le queda un poquito de valor y es ahí donde cada uno de nosotros tenemos que trabajar. Tarea titánica. Aplaudir aquello, es arrebatar a nuestros niños y jóvenes los verdaderos valores por los cuales fueron formados.
Pedir al Dios Todopoderoso que nos ilumine para que acciones como estas no sean vistas como algo natural. Sembrar y cosechar los valores familiares con principios, buenas costumbres y demostraciones de afectos, seremos canales de transmisión para las futuras generaciones.
