El triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez en Colombia, país tradicionalmente conservador, es una respuesta contundente al agotado esquema neoliberal que provoca miseria en ese país.
Estas elecciones en la tierra de Gabo dieron a conocer con más claridad ante el mundo los múltiples contrastes sociales y raciales existentes en Colombia.
Petro, exguerrillero , un hombre de gran madurez política, tendrá la oportunidad para impulsar cambios socio económicos.
Su triunfo También es un espaldarazo a las corrientes en América Latina que , desde el centro hasta la izquierda del dial político, pregonan justicia social.
El propio Petro, a quien se ha estigmazado desde las agresivas gradas del conservadurismo, ya dijo que desarrollará un capitalismo pragmático con el que sembrará la paz y barrerá los odios entre los colombianos. Su discurso es muestra de su madurez e inteligencia.
El nuevo gobierno se centrará en garantizar educación, alimento, salud y otras reivindicaciones, negadas por décadas por las élites colombianas. Lograr eso es hacer una revolución, dar un giro copernicano a la situación social de esa nación.
La fórmula triunfadora en las elecciones colombianas, que ocupará el Palacio de Nariño desde el 7 de agosto próximo, cuenta con una alforja programática que para aplicarla requerirá del concurso de los buenos colombianos y de toda América, que busca otros senderos para la democracia.