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jueves, mayo 2, 2024

Brisitas de Navidad

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Los días de Nochebuena y en sentido general, los días navideños, tienen una virtud inusual: todo lo que hay se pone en la piñata. Todos golpean la piñata y entonces, todo se desparrama, en ambiente de tabaco y ron. Es la tradición. Buena o mala, según el observador y su creencia. Pero, es la tradición.
Una tradición que no puede ser convertida en una trampa, en la que suelen caer muchos desprevenidos.
Para los más inteligentes, la Navidad, Año Nuevo, en sentido general, es una época de reciclaje. Se revisa todo lo vivido durante los 365 días pasados. Y se pasa balance.
Al pasar balance se tiene la oportunidad de renovarse. Reflexivamente,
se reorganiza todo en un ambiente liviano. Parece que habilitado para eso:
para pasar balance en un ambiente liviano. Y sin mayores presiones construir
nuevos propósito, aprovechando que estamos vivos: la gran oportunidad.
Usted lo quiere hacer, ese balance, fumando un buen túbano, como los
viejos de hoy que ayer fueron jóvenes. Entonces, los viejos de hoy tienen con
qué pasar balance.
Pero si se quiere empinar un poco el codo, puede hacerse, hasta donde
le alcance la inteligencia, y también bolsillo. Con inteligencia, decimos.
Esas son ideas generales para que cada quien se las aplique según
pueda.
El gobierno, por ley, más que como rutina, suelta unos pesos al aire, lo
que dinamiza el movimiento económico. Es lo que el gobierno prefiere llamar
la “brisita navideña”. Unos pesos demás, para los regalos a los amigos, a los
hijos tan redimidos, en estos días. Y también los parientes.
Recordarse de los enfermos y los más necesitados. Por eso, Jesús,
según nuestra tradición de creyentes, se exhibe en un pesebre, rodeado sólo
por un asno, un burro en el que un carpintero transportó a su mujer, María,
que después de alumbrar en el pesebre, tendría que salir y escaparse de la
persecución del tirano, advertido de que viene un Rey con un signo distinto al
suyo.

Entonces, en medio del barullo navideño y de Año Nuevo, las autoridades mantienen la serenidad y vigilan más de cerca a los delincuentes y oportunistas que salen a la calle a perturbar ese aire, esa brisita de Navidad, a lo que todos tenemos derecho. Aunque sea como último escape.
Queda el deseo de que la nochebuena, la Navidad, el año nuevo y todos los días restantes de la vida, transcurran en un marco de satisfacción y tranquilidad.
Así, sea.

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