A Conde Olmos lo vimos por última vez en su lecho cuando aún no había perdido contacto con la realidad y me levantaba el puño derecho, cerrado con fuerza, indicando que sobreviviría al quebrando que le costó la vida,aunque como los buenos gladiadores batalló hasta el último aliento.
Me recordaba la señal con la que muchas veces nos saludábamos con el puño derecho levantado y coreando la palabra ¡firme!, seguido de: We are the champions of the world, rememorando la canción del grupo Queen.
Pero la muerte, incesante, advenediza, silenciosa, siempre acecha, con su extenso manto, terminó por arropar y eclipsar su vida este sábado 26 de marzo, por cierto un día muy gris y de soledades.
Con ida a destiempo de Conde Olmos perdemos un hermano, un amigo que siempre estuvo dispuesto a servir al prójimo sin importar las circunstancias y riesgos que corriera.
Se pierde un periodista honesto, capaz, humilde, cualidades un tanto difícil encontrar en estos tiempos de trivialidades, en que a la falta de ética se le rinde culto.
Siempre lo recordaremos por su don de bien, de gente, de humano, siempre lo recodaremos como un hombre al cual le placía el aroma del café y perderse en las complicadas tramas y metáforas de las grandes novelas de la humanidad.
Así era nuestro querido Conde Wilfredo Olmos Golibart, que a pesar de que físicamente se nos ha ido, siempre lo recordaremos y siempre estará presente en nuestros corazones.
¡ Hasta luego,querido amigo,hermano!
