Julie Kozack, directora de comunicaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), no tardó en dar su apoyo. Tan pronto Luis Caputo, ministro de Economía del nuevo gobierno de Javier Milei, anunció diez medidas iniciales de sacrificio económico para Argentina, de un plan de reforma económica que nadie sabe a dónde irá a parar con las lindas mujeres de la Plaza España que armonizó Carlos Gardel, el FMI mandó silencio.
El FMI habló primero de todos, afirmando que se trata de “fuertes acciones iniciales para mejorar las finanzas públicas, estabilizar la economía y dándole el control al sector privado. Así quedaron fuera todas las dudas.
¿Cuáles son las medidas del gobierno de Milei que respalda el FMI?
¡Devaluación del peso! De 400 pesos argentinos que lo encontró Milei, éste lo zumbó hasta los 800 pesos, devaluándolo en un 50%. La mayoría de los economistas afirman que esa devaluación llevará a un aumento de la inflación, que hoy ya supera el 140% anual, en Argentina.
Devaluar el peso es lo mismo que reducir los 18 ministerios a sólo nueve ministerios, y las secretarías de 106 a sólo 54. ¿Para qué tantos cargos públicos y burócratas, causantes de la pobreza y la odiosa inflación en Argentina?
Todas las medidas impuestas no conllevan ningún cálculo ni explicación de parte del gobierno libertario de Milei. ¿Para qué, un pueblo tan ilustrado e inteligente, casi del primer mundo, como siempre ha sido visto el pueblo argentino por todos sus vecinos, y más allá, necesita alguna explicación?
Quienes habían logrado contratos laborales desde hacía un año, que se despidan. Sus contratos no serán renovados. Ya forman parte de los desempleados por orden de Milei.
¿Publicidad oficial? La prensa que vaya por sus fueros a buscar como sostenerse, ya que Milei les quitó esa tajada fija que deberá cubrir el sector privado.
Redujo al mínimo las transferencias discrecionales del Estado nacional a las provincias. ¿Gobernadores con dinero privilegiado (según Milei)? ¡Qué se olviden de eso!
Se acabó, también, con las licitaciones para nuevas obras públicas, aunque hayan sido aprobadas, si no fueron ya iniciadas. Las nuevas obras públicas en Argentina, que las financie el sector privado, si es que las quiere.
Subsidios a la energía y al transporte, y en particular al transporte en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), todo fue reducido. Al diablo con el valor del boleto de tren, subte y autobús, y los precios del combustible y las tarifas de los servicios, como luz, gas y agua.
Los planes de ayuda social congelados según el presupuesto del año que termina.
El sistema de permisos de importaciones será cambiado por un sistema estadístico y de información que no requerirá de la aprobación de licencias. Pero nadie lo conoce.
Y finalmente, para que no haya mayores quejas, un caramelo agridulce: Duplicar la asistencia que se da a la familia a través de la Asignación Universal por Hijo y aumentar la tarjeta alimentaria en un 50%.
Son medidas que ya empezaron a liquidar la capacidad del Estado para regentear ese país argentino. Y a reivindicar aún más, a ese monstruo que todos conocemos sector privado, pero que es la esencia de los gobiernos que quieren ser irresponsables con sus pueblos. Y que hacen un agujero grande, muy grande, en la razón de ser de los pueblos: los ciudadanos.
Los argentinos andan hoy mirando para todos lados, hacia arriba, hacia abajo, buscando las explicaciones que Milei nunca, ni como candidato ni en su discurso inicial, ha sabido dar. ¿La escuela económica de Austria ha tenido respuestas a las dudas que genera, en alguna parte del mundo?
Y esperen, porque están empezando y es una guerra avisada.
Lo que sí conocemos en República Dominicana son los efectos perniciosos de las imposiciones (¿negociaciones?) del FMI, que siempre llega en nombre del Banco Mundial, prediciendo y supervisando una estabilidad en el sistema monetario que siempre aterriza en un lodazal.
Todo, porque el FMI como el Banco Mundial son propiedad de una élite de familias y dirigentes políticos que controlan el mundo, y con el mundo consiguen ganancias económicas sin arriesgar nada. Eso me enseñó un amigo economista muy ceñudo, desafortunadamente ido a destiempo. Advierto que no era comunista ni de izquierda, sino socialista cristiano.
