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jueves, mayo 2, 2024

La fauna delincuente y la “comunicación” oficial

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Lo que está de moda no incomoda. Parece una verdad de Perogrullo, pero no lo es.

Los voceros y discurseros de la Justicia Fiscal del país, dígase, dependencias de la Procuraduría General de la República, han intentado poner de moda designar sus más gruesos expedientes acusatorios con nombres de animales de nuestra fauna.

La fauna nacional y las designaciones apelativas de sus miembros son parte de la cultura nacional. Son parte de la nación misma. O sea, una propiedad comunitaria.

Atención: cuando se denomina a una operación fiscal como la “operación pulpo”, o, “anti-pulpo”, por ejemplo, es porque se quiere llamar la atención y asimilarla a alguna de las funcionalidades propias de esa especie marina.

Pero, podría tratarse de una argucia de marketing para impactar al gran público y ponerlo del lado de los acusadores, ahorrándose la justa celeridad de un juicio definitivo.

¿Por qué denominar otros expedientes con los hombres de “coral”, “medusa”?

Otros nombres de expedientes con los que se llama la atención son “operación 13”, “operación Falcón”, “operación Discovery”, “operación 5G”. Al frente de esos guiones aparecen los funcionarios fiscalizadores Yeni Berenice y Wilson Camacho, quienes es lógico suponer que por su juventud están haciendo carrera

Cuidado con eso, Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (Pepca); procuraduría, en sentido general.

Como hablamos de Justicia, ¿con qué derecho se hace uso de ese denominativo de “pulpo” para asimilarlo al significado de algún delito?

Como el pulpo no tiene forma de defender su dignidad ni su nombre, por razones culturales, ese rol debe asumirlo la nación. O sea, todos. La comunidad. Y en nombre del pulpo defender a toda la fauna como valor cultural nacional.

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