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lunes, mayo 6, 2024

El Buey Ramos está abandonado en un asilo, pero muge su recuerdo

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Ya no hoya la tierra ni brama antes de correr y acorralar, su fortaleza e ímpetu solo son recuerdos errantes que llegan a su mente, añingotado en un frío rincón de un asilo.

Mario ‘El Buey’ Ramos a pesar de sus vicisitudes puede sonreír, todavía disfruta su gran triunfo en el I Campeonato Mundial de Boxeo celebrado 1974 en La Habana, Cuba, donde fulminó al medallista de plata olímpico Enrique Requeiferos, un nocaut aparatoso de dos caídas que le arrancaron lágrimas al mandatario Fidel Castro, quien se apersonó al estadio a ver su ídolo.

“Me asusté mucho, pensé que me iban a matar… cuando me dijeron que Fidel me quería ver se me pusieron las piernas como gelatina, no podía caminar y sentía la boca agria; pero él se portó muy caballeroso conmigo y me felicitó por mi triunfo”, relata Mario.

El popular ‘fajador’ vegano fue embestido dos veces por ‘patanas’ en su vida laboral como chofer de ‘concho’ en su pueblo ¡a puro pellejo sobrevivió! También le ganó la batalla al dengue y a la pandemia; pero ahora sufre muy profundo los golpes bajos de la soledad y el hacinamiento.

Mario es el mayor de una trilogía histórica de hermanos que militó en la selección nacional de boxeo en diferentes periodos; él participó en el I Campeonato Mundial en Cuba y ese mismo año, 1974, volvió a ponerse la camiseta tricolor en los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe; le sucedió José –Vida- Ramos, quien ganara medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Santiago ’86 y en el profesionalismo disputó los cetros del mundo de pesos pluma y ligero junior. El último fue -el también welter- Cesario Ramos, conocido en su entorno vegano como ‘Cecilio’ y en el boxeo olímpico como “César Ramos”, éste representó al país en múltiples eventos internacionales, finalizando en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, donde le dio el primer triunfo a la delegación.

Hoy olvidado en un asilo de su natal ciudad de La Vega, Centro Geriátrico San Joaquín y Santa Ana, pasa semanas sin recibir visita, muy pocos van a verlo incluyendo sus familiares. ¡Claro, tampoco las autoridades deportivas!

…Pero El Buey no le “teme a ná”, ni a los malagradecidos ni a sus falsos amigos, tampoco a su inseguro futuro; a sus 67 años se alimenta de pequeños fragmentos de sus hazañas en el ring, por ejemplo: aún cree que le robaron la victoria ante Mao de la Rosa en una cerrada confrontación por la faja welter vacante luego de la muerte de Fausto –Ceja- Rodríguez.

“Lo acorralé toda la noche y lo castigué por las costillas, pero peleamos en la Capital y todo el mundo sabe lo que pasó esa noche; con Pecho Castro me hicieron subir tres categorías por encima de la mía y yo estaba muy nuevo”, detalla el bravo peleador vegano.

El Buey languidece entre cuentos y suspiros, pero nadie, ninguna autoridad del Miderec ni otras instituciones del gobierno han ido en auxilio de esta gloria del deporte. ¡Qué vergüenza!

 

 

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