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martes, abril 30, 2024

Melómano:Douglas Montás: el “plebeyo” de San Cristóbal que fue campeón de natación

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Douglas Montás era oriundo de San Cristóbal, un sujeto de una estatura fuera del rango normal y unos brazos que llegué a comparar  con remos. No sé si a nivel nacional o provincial, pero tengo entendido que fue campeón de natación.

Una persona de alma noble y hasta se podría asegurar que un tanto ingenuo, infantil. Nos conocimos en 1977, en el antiguo Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria, donde fuimos compañeros de trabajo.

Juntos nos tocó viajar por el Este del país en los afanes de controlar a los mosquitos transmisores de enfermedades como la malaria,  dengue y  paludismo. En esa época Douglas era un hombre maduro, que se desempeñaba como jefe de brigada, y yo un joven de 19 años, que apenas empezaba la vida productiva y bohemia.

Me tomó mucho afecto desde el momento en que nos conocimos, hasta el punto de que me llamaba con el diminutivo de “Durancito”. Le gustaba cantar en las veladas, como ahora me gusta a mí hacerlo en los karaokes, solo que en aquella época era a capela, pues no existían esos mecanismos tecnológicos.

Su canción favorita era “Flor de azalea”, que popularizará el Trío Los Panchos (Chucho Navarro, Alfredo Gil y Hernando Avilés), y que terminó convirtiéndose en uno de mis boleros favoritos.

No era para menos, dada la calidad, sentimiento y profundidad de sus letras y la dulzura que imprimen las voces aunadas de Gil, Navarro y Avilés al cantarla.

Una hermosa canción compuesta por el mexicano Manuel Esperón González (1911-2011), autor también de célebres boleros como “Noche de ronda” y “Amorcito corazón”, entre otros.

 

El Chaval
El Chaval

El bachatero El Chaval (Linar Espinal) ha incluido a “Flor de azalea” en una producción de boleros, que lleva el sugerente título “Añoranza a mis amigos”, que, recomiendo, sobre todo, con el video que lo acompaña. Realmente me ha sorprendido con la calidad que El Chaval interpreta boleros de diversos compositores y épocas. Además, de la buena orquestación que exhíbe cuando canta estos icónicos boleros.

Lo del nombre de plebeyo a Douglas tiene una jocosa historia, que, apelando a la paciencia del lector, voy a relatar.

En una despedida en casa de un señor apellido Cedano, donde nos hospedábamos en El Seibo, Douglas Montás quiso demostrar su habilitad para el canto. Yo, estimulado por los tragos de alcohol, hice de presentador. Pregunté que, iba a cantar el señor Montás y esté respondió: “El plebeyo”. Acto seguido, Douglas interpretó con voz aguardentosa “El plebeyo”.

Al término dije: el público pide de nuevo “El plebeyo” y el poco talentoso cantante volvió a interpretar la canción de narra. De nuevo insistí en que el público quería volver a escuchar “El plebeyo”, a lo que Montás accedió con cara de disgusto.

En la cuarta solicitud mía de volver a cantar la canción, compuesta por el peruano Felipe Pinglo Alva, “El Bardo Inmortal”, el cantante invitado lanzó al suelo el vaso y gritó airado: “¡aquí, el maldito plebeyo soy yo!”.

Desde ese día, por los bajos, se convirtió en Douglas el plebeyo. El final de este hombre noble, trabajador, de este maravilloso atleta fue muy triste y mostró la falta de humanidad de este Estado que nos gastamos. Debido a su exposición permanente, con deficiente medio de protección, al insecticida, enfermó y enloqueció. Amarrado en la cama de una camioneta fue trasladado a su natal San Cristóbal, como si se tratara de un perro, que no merecía la dignidad de una ambulancia. Poco después murió el plebeyo de mis noches juveniles de cuitas.

Supe entonces que, por obra y gracia del Estado deshumanizado, manejado por políticos corruptos, Douglas se convirtió en un verdadero plebeyo, a pesar de su desempeño como nadador y el servicio que brindó a su país.

Para el término “plebeyo”, la Real Academia de la Lengua tiene varios significados, pero me llamó la atención el de “basto, ordinario, masificado”.

En el bolero de Pinglo Alva, el plebeyo es la clase más baja de la sociedad, marginado económica y socialmente. El sujeto que no tiene derecho a aspirar al amor de una mujer de la aristocracia, cosa que ha ocurrido desde que el mundo es mundo, pero que ha sido materia prima para la imaginación de compositores, dramaturgos y novelistas.

Lucho Gatica
Lucho Gatica

Y para otra muestra está el bolero “El bardo”, compuesto por Santiago Díaz Veras (Chago Díaz) y popularizado por el chileno Lucho Gatica, que sigue la misma temática que “El plebeyo”. Solo que bardo tiene una connotación diferente a plebeyo pues se refiere a quien recita poemas, aunque en ambos boleros son víctimas de “la infamante ley”, del pecado, de amar a una mujer que no es de su clase social.

“El plebeyo” es uno de esos boleros que popularizó el actor y cantante mexicano Pedro Infante Cruz (1917-1957), una figura casi mística cuya muerte ha estado envuelta en un velo de misterio hasta nuestros días, como suele ocurrir con los grandes íconos de la música universal, cuyos fanáticos no se resignan a su partida física e inventan toda suerte de conspiraciones.

En la mayoría de los casos, la realidad socioeconómica convierte al hombre en plebeyo o bardo, con la grata posibilidad de convertirse en personaje moderno de cuentos de hada. Levanto mi copa y digo salud por el plebeyo Douglas Montás mientras en el fondo se escucha un sentido bolero de Gatica o tal vez de Pedro Infante.

El autor es periodista, novelista, cuentista y poeta

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