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miércoles, mayo 8, 2024

 Melómano: Brilla la “Luna sobre el Jaragua” acompañada de la voz de Rafael Colón

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Resulta un tanto difícil no citar a Federico Henríquez y Carvajal cuando dijo “¡Oh, América infeliz, que solo conoces tus grandes vivos cuando son tus grandes muertos!, cuando uno se va a referir a un artista de la talla del que ocupa mi atención esta semana.

Un excelente bolerista dominicano, que, con su modo de cantar, sin mucho aspaviento y me parece que lo hacía en un solo tono, se ganó un lugar en la historia de la música y en el corazón de los fanáticos. Aunque, a mi humilde juicio, no ha sido valorado en su justa dimensión, como ocurrió con otros intérpretes de la música popular.

Me refiero a mi tocayo Rafael Saint Hilaire Colón, conocido por el adecuado nombre de “Espiga de ébano”.

Rafael Colón nació el 18 de mayo de 1918, en Santiago de los Caballeros, y falleció a los 73 años en Santo Domingo, un 7 de junio de 1991.

La Espiga de Ebano es conocido por un bolero que a lo largo de los años ha sido emblemático y se trata de “Luna sobre el Jaragua”, de la autoría de Luis Felipe Alberti (1906-1976).

Imagino a la orquesta del maestro Alberti tocando en el majestuoso hotel Jaragua, el centro social preferido por el dictador Rafael Leónidas Trujillo y su claque, y a este negrito (lo digo con veneración y el más absoluto respeto) santiaguero con aquella caballerosidad y calma al cantar “Luna sobre el Jaragua”.

Supongo que el compositor de Compadre Pedro Juan para escribir la canción se inspiró al observar la luna inclinarse reverente a beber en las azules y tranquilas aguas del mar Caribe. Imagino a los enamorados con su glamorosa vestimenta mirando la luna desde los jardines de este maravilloso hotel, diseñado por Guillermo González e inaugurado en agosto de 1942, en pleno apogeo de la tiranía.

Este bolero de “Luna sobre el Jaragua” es una loa a este establecimiento hotelero, que en la actualidad lo maneja la cadena Renaissance, por cuyos esplendorosos salones pasaron figuras como general Juan Domingo Perón y el derrocado dictador cubano Fulgencio Batista.

Muchos tuvimos la suerte, la dicha, de ver a la Espiga de ébano presentarse en los programas diarios y semanales de la televisión dominicana, pulcramente vestido y con esa claridad al cantar.

Poco sabía del hermano de Rafael, Federico Colón, que junto a Licinio Valerio formaron el Trio Tapacán por allá por Santiago.

Rafael Colón, que durante un tiempo ejerció el oficio de zapatero, también formó parte del Trio Santiago y de la orquesta «Hermanos Vásquez», como baterista y cantante.

En su trayectoria artística se cuenta ser parte, en 1942, de la famosa Orquesta San José y que posteriormente entró a trabajar en la orquesta “Presidente Trujillo», precisamente con el maestro Alberti.

Con Alberti grabó tres discos de larga duración y numerosos sencillos. También interpretó varias canciones basadas en poemas del doctor Héctor Cabral Ortega e incursionó en los géneros baladas, merengue, guarachas, sones, danzones y, naturalmente, en el bolero.

Muchos satanizan a los artistas que se vieron obligados a brindar su arte al dictador Chapita, porque es muy fácil hablar sin estar en los zapatos de los que vivieron aquella época de oprobio.

Particularmente yo me deleito oyendo “Bendito amor” en la afinada y exquisita voz de Rafael Colón y “Arenas del desierto”, que es un bolero que quien suscribe hace mucho le encontró dueño y es nada más y nada menos que José Manuel López Balaguer (1925-2015), el Cantantazo.

A propósito de Lope Balaguer (su nombre artístico) muchas personas resaltan maliciosamente su vínculo familiar con el doctor Joaquín Balaguer y no sabe que, además, El Cantantazo era primo de ese monstruo de la música tropical llamado Johnny Pacheco.

Al desempolvar el cancionero criollo, al buscar en el álbum del recuerdo, es preciso detenerse en la Espiga de ébano, disfrutar de su serenidad y su inconfundible voz al interpretar el bolero. Y hasta se podría dar su bailadita con un merenguito apachurrado de esos que canta Rafael Colón.  “Ternezas”, “Dejarte no”, “Lucía”. “Tu no podrás”, son algunas de las canciones que forman parte del menú de cualquier viernes bohemio de quien se precie de melómano. Y repito, ¡salud!

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