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miércoles, mayo 8, 2024

La calidad poética de algunos boleros y bachatas

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Muy joven mi pasatiempo favorito, además de leer, fue escribir poesía, muy mala, por cierto, y cuando empecé a militar en la izquierda, cargadas de arengas y proclamas revolucionarias, que mi humilde juicio nada tenían que ver con la sublime belleza del poema. Además, hice algunos fallidos intentos por componer canciones, boleros, sobre todo.

Aquí en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña me reencontré con el compositor José Peguero, autor de unas de las canciones en el género salsa que a mí más me gusta y me refiero a “Tu traición”, interpretada por Anthony Cruz, y de inmediato le expresé mi antigua aspiración.

Pensé que me iba a proponer todo un decálogo de reglas de cómo escribir una canción, pero simplemente me dijo: Durán, pero tú escribes poesía, tráeme uno de tus poemas para ponerle música y eso es todo.

A propósito de esa experiencia hoy quiero hablar de esa calidad poética de algunos boleros y bachatas, que si los escucha con la debida atención te lleva tremenda sorpresa.

Pablo Neruda
Pablo Neruda

A propósito de la recomendación de Peguero, existen inúmeros poemas que fueron musicalizados y se convirtieron en exitosos boleros o baladas. Por mencionar uno, el Poema 20 de Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, 1904-1973), exquisitamente cantado por Lissette Álvarez, músico y actriz cubano-estadounidense nacida en Perú, y por Alberto Cortez (José Alberto García Gallo, Argentina, 1940-2019).

Como lo dijo el universal Jorge Luis Borges, la buena poesía debe ser hecha para ser cantada.

Pero más que hablar de esa condición de la buena poesía que puede o no ser compartida por otros, me quiero referir a la poética del bolero, que lo hace ser un género (para mí) insuperable, inolvidable y perenne.

Y es ese sentido poético del buen bolero que ha obligado a muchos de los actuales boleristas y baladistas a beber en las aguas inagotables y cristalinas de aquellos compositores de antaño (y en algunos casos de ahora) a la hora de armar sus producciones discográficas.

El Mago de la media voz, Juan Lockward, es un ejemplo de compositor que reivindica el sentido poético en sus canciones y el mejor ejemplo es “Guitarra bohemia”.

“Esta guitarra bohemia que vibra en mis manos/ ha comprendido que sólo la pulso por ti/ por eso tienen sus cuerdas sonidos humanos/ hondos sonidos que expresan lo que pasa en mí. / Esta guitarra bohemia que tan fiel me ha sido, que ha compartido conmigo placer y dolor/ la que por todas las rutas siempre me ha seguido/ es confidente de mi hondo secreto de amor. /

Es la guitarra que llora por las madrugadas lágrimas suaves que arranco de su diapasón/ la que a mi lado conmigo tantas alboradas y la que acompaña en la noche mi eterna canción.

Embriagado de una pasión poética sigue escribiendo: “Esta guitarra bohemia sonera y doliente vibra con más sentimiento cuando es para ti/ Y su cordaje encantado parece que siente todo este amor que llevo tan dentro de mí”.

Frente a la siguiente canción, escrita por Fernando Díaz, me quito el sombrero, porque sus letras me parecen maravillosas. Me refiero a “Poema”, en el que el autor tuvo la certeza y el buen tino de describir lo que es el poema.

Grabada originalmente en portugués, está melodía se hizo famosa en 1964 en la voz de Los Hermanos Arriagada, un grupo chileno que en ese momento era poco conocido, y que la hizo para el sello venezolano EMI Odeón.

“Poema” se convirtió en todo un éxito, catapultando a Los Hermanos Arriagada al estrellato y al sitial que aún mantiene entre los amantes de la buena música en Latinoamérica.

Sus versos, aunque estemos obligados a llamarlos estrofas, hablan por sí solos:

“Poema es noche oscura de amargura./ Poema, es luz que brilla allá en el cielo/ Poema, es recordar a un ser querido que uno quiere y que no viene/ Poema, es el cantar de un pajarito, que vive fuera de su nido, con la esperanza de volver”.

Para mí la siguiente estrofa tiene un valor poético incalculable, una sentida nostalgia, una descarnada soledad, genialidad y es la parte que más me gusta:

“Poema, es soledad de la alborada, un ebrio triste en la calzada, queriendo la Luna alcanzar”.

Las voces aunadas de Los Arriagada terminada diciendo, en esta composición, que no debe faltar en un viernes bohemio, lo siguiente:

“Poema, es la tristeza, es la alegría, es el nacer de un nuevo día, es dolor cruel de una pasión./ Poema, es un poeta apasionado, es escribir desesperado lo que está aquí, en el corazón”.

A veces pienso y no me lo cayo que José Antonio Rodríguez, ex ministro de Cultura, debió estar embriago de nostalgia cuando escribió “Como un bolero”. En esta canción bien estructurada no existe una sola frase que no tenga un sentido poético.

«Con caricias en dos tonos

voy recorriendo tu cuerpo

es mi boca melodia que da música al silencio”.

¡Oh, Dios, ¡cuánta ternura y belleza en una canción! Todo “una pieza”, como diría mi esposa, compuesta para románticos al más alto nivel, para dejarse llevar por el vaivén del amor y las caricias.

“Como un bolero, la cadencia de dos cuerpos al bailar

como un bolero, un dueto de suspiro horizontal

como un bolero, no quisiera que la orquesta entre tus labios se cansara de tocar este bolero”.

Sergio Valgas, El Negrito de Villa, arrulla esta canción, la lleva a clímax con su hermosa voz, hecha para cantar boleros, y qué decir de su autor, José Antonio Rodríguez, con sus tonos pausados.

Por largo tiempo la bachata tránsito por el sendero del desprecio y era considerada un género musical marginal, de prostitutas y cabaret. Hoy, en un merecido reconocimiento, es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Muchas de las bachatas tienen hermosas letras, con un alto sentido poético, aunque otras están plagadas de vulgaridades y doble sentido.

Para muestra “Quema esa carta”, una bachata corta-vena, cantada por el dominicano José Manuel Calderón, repleta de hermosas expresiones poéticas, que a mí me encanta escuchar.

Esta perla: “Yo ya no creo que tu amor retorne al dulce nido donde ayer nació/. Yo ya no creo que tu blanca mano cure la llaga que en mi pecho abrió”

Y dice: “Te perdono porque aquel que quiso, nunca maldice lo que ayer besó/ Y más se arrastra sin tomar venganza, porque en silencio llora su dolor”.

Las buenas canciones, esas que te hacen pensar, que cuando las escucha las descubre, considero yo, deben ser escuchada rodeado de buena compañía y el trago que a uno le guste.

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