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jueves, mayo 2, 2024

Un sancocho que envenena

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En mi juventud simpaticé con la revolución cubana. A los 20 años de estar en el poder el partido comunista, fui a Cuba y anduve en guaguas públicas por La Habana. Con esa visita tuve el primer desencanto. No sentí en la gente la alegría esperada. En 1991 las 15 repúblicas socialistas se derrumbaron y mis ideas al respecto junto con ellas. Hoy, filosóficamente creo que la lucha de contrarios, casi lo explica todo. Pero la realidad es tozuda.

En Haití hay 11 millones de pobres que viven buscando su mejoría. Se van en yolas a todas las islas cercanas y desde ahí llegan al mundo entero. Hasta a Chile han llegado. Nosotros tenemos cerca de un millón en el país. No conozco del primer bote de haitianos que haya enfilado su destino a mejorar, buscándola en Cuba.

En Rusia, llegó al poder en el 2000 un ex miembro de la KGB (la versión rusa de la CIA) pero no en nombre del socialismo al que pertenecía, sino en nombre de otro partido (Rusia Unida) para enarbolar ideas conservadoras. Sus aliados ahora son los beneficiarios de la desmantelación de las propiedades estatales que se convirtieron en oligarcas. Vladimir Putin viste trajes de 7500 dólares y en su gobierno han muerto 162 periodistas independientes.

En este contexto aparece Juan TH a decir una linda frase de Benito Juárez: El respeto al derecho ajeno es la paz y a recordar las palabras del padre Antón de Montesinos que criticaba a los españoles por maltratar a los indígenas. Pero él usa esas preciosas frases

no para defender a los ucranianos. Fueron para justificar la invasión rusa.

Como este señor dice que es partidario de la revolución cubana, de Luis Abinader y de Vladimir Putin, todo junto, yo digo que esto es un sancocho venenoso que confunde a los lectores menos ilustrados. Desde luego, a mí no. Yo que tuve mis manos un fusil de los repartidos por los coroneles Fernández Domínguez y Caamaño y me hice comandante en el asalto a la fortaleza Ozama y tuve a mi cargo los 48 primeros prisioneros, entre ellos un coronel asesino de la Policía y después formé el comando Los Mocanos, tengo bastante claro las cosas. Hoy, mi voz es para respaldar a Volodimir Zelenski que está haciendo lo mismo que los coroneles dominicanos de 1965, solo que mis balas son solo 27. Las letras del alfabeto. No es tiempo de academia. Es tiempo de militancia al lado del agredido. No de parte del agresor, que es lo que hace Juan TH y creo que él merece ser señalado por confundir. En ello pareciera como si estuviera en la nómina del Consulado Ruso.

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