SANTO DOMINGO. Estaba en Cuba cuando de repente recibí la impactante noticia de que una bala disparada por un delincuente había asesinado al joven de 22 años Oscar Santana Núñez, sobresaliente cuadro político-militar y dirigente del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4).
El asesinato ocurrió el 11 de agosto, durante la guerra de Abril de 1965, estando nuestro país ocupado por la botas invasoras de Estados Unidos, con la complicidad militar de la Organización de Estados Americanos.
Oscar Santana nunca fue uno más en el 1J4. Su militancia día y noche, su vocación, carisma y su talento político le abrieron paso desde el Grupo Fragua, en la entonces Universidad de Santo Domingo. Fragua representaba el 14 de Junio en el Movimiento estudiantil universitario.
Las inquietudes revolucionarias inclinaron a Oscar y a otros escasos civiles al contacto con algunos militares inspirados por el glorioso coronel Rafael Fernández Domínguez en la vertebración del Movimiento Constitucionalista que estalló el 24 de abril de 1965.
Memorable personaje en la niñez y juventud de Oscar, fue su querido padre Don Ysidro María Santana, empresario pionero del transporte masivo en la capital dominicana.
La calidad humana de Don Ysidro la testimonió buena parte de la dirigencia del 14 de Junio y de múltiples entidades escolares, culturales y sectoriales en general que siempre contaron con su generosa colaboración en el transporte para sus respectivas actividades.
A continuación, algunas palabras de Oscar Santana Núñez:
“Combatiré la explotación y la corrupción mientras me quede un hálito de vida. He declarado guerra a muerte al vicio y he abierto mi corazón al viciado hasta regenerarlo”.
Del texto impreso en el recordatorio del oficio religioso a Oscar el 21 de agosto de 1965, reproduzco las siguientes líneas:
“Oscar Santana Núñez, portaestandarte de la honestidad,…descansa en Paz….que tu pendón ha sido recogido y al triunfo será llevado”.
“La Agrupación Política 14 de Junio, a la cual sigue perteneciendo Oscar como glorioso militante, hace de su dolor un océano de lágrimas y de su honra un continente de orgullo”.
