Es muy posible que haya heredado el conservadurismo de mi padre y la resiliencia o fortaleza de mi madre. Podría decir que la reciedumbre de mi madre ante las adversidades, fue su legado.
Pero, ¿cuál actitud o conducta heredé de mi padre, si no viví a su lado? Aunque por un tiempo lo veía, a final de mes, para recibir algún libro y una exigua “mesada”. Bueno, aparte de lo físico, creo que los genes hasta nos dejan la impronta del carácter de nuestros progenitores.
Finalmente, voy a plantear a dónde quiero llegar con lo expuesto sobre estos rasgos de los que me procrearon. Entiendo que la fusión de esas dos conductas o genes heredados precitados, de alguna forma, dio paso a mi conducta un tanto pesimista.
Sin embargo, cuando hablo de mi pesimismo, paradójicamente, me refiero a una incertidumbre que es beneficiosa. Los inconvenientes hacen que me ponga en guardia y dispuesto a resistirlos, enfrentando las adversidades.
Aflora el coraje transmitido por mi madre. De otro lado, nunca he “tumbado” a nadie; si debo pago, aunque odio tomar prestado, y lo poco que tengo, lo he conseguido honestamente. Así, según me contaba mi madre; se comportaba mi padre.
Pero generalizando sobre este malestar, estoy convencido de que en nuestras sociedades injustas, de inequidades, y en vías de desarrollo, como se dice; los que no tenemos nada, cuando nos beneficiamos de algo, o llega a medias, o algo malo se aproxima. Eso se acentúa más, si se nos considera “diasporizados”, aunque seamos dignos migrantes.
Esto es más cierto, además, cuando uno es rebelde; está en contra del orden de cosas dispuestas por una clase dominante cínica, hipócrita y licenciosa. Los que se comportan con cierta decencia, nunca reciben lo que merecen; muy al contrario sucede con los corruptos y lacayunos.
Lastimosamente, debo decir que en República Dominicana los ‘nadie’ pero honestos, aunque no lo digan ni admitan, crecen asustados, y, por demás está decir, que son tan pesimistas como yo.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.
