Durante largas décadas, varios gobiernos dominicanos, dejaron marcadas huellas en las costumbres, gustos, cotidianidad burocrática alimenticia, etc.
Las profesiones, oficios, quehaceres y múltiples actividades hicieron historia. Surgieron infinitos trabajos, pesados y ligeros, rudos, intelectuales y una retahíla interminable imposible de citar como hay zapateros, hay escribidores, sastres, carpinteros, profesionales, y bocinas de carrera.
En los años 60 se usaba el carro pescuezo largo, luego el Volvo y después el Lada.
Los compañeritos de Leonel y Danilo entraron en chancletas y salieron en yipetas.
Existen personajes renombrados enriquecidos a la carrera, fiscales también de carrera, vitalicios y macuteros.
Cuando los 12 años eran frecuentes las tarjetas Palaciegas como señal de poder, las exoneraciones y los incontrolables.
Surgen los gabinetes ministeriales (no todos iguales), de figuras honoríficas, con pique y sin pique.
Numerosos diplomáticos “ociosos de carrera” recuerdan los secretarios sin cartera. Al preguntarle sus horarios e ingresos, rechazan responder, y dicen: “algunas restricciones aplican”.