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miércoles, mayo 15, 2024

José Ureña: un coloso del comercio

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Quienes conocieron a José Ureña no encontrarán una definición más apropiada que la de llamarlo como lo que era: un coloso de la actividad comercial.

El joven José aprendió a trabajar con espíritu de comerciante acompañando a don Demetrio, su padre, quien era empresario dedicado al transporte de madera y otros bienes, allá en la comunidad de Las Placetas, en plena sierra de San José de las Matas.

Con mucho esfuerzo, venciendo obstáculos propios de la época, para un muchacho que se hacía hombre teniendo que esforzarse todos los días, todavía en compañía y ayuda de su padre.

Es entonces cuando José se trasladó a la ciudad de Santiago de los Caballeros, en donde profundizó mediante la práctica diaria, en el conocimiento de las artes del comercio. Era un jovencito que todavía no alcanzaba los diez años de edad.

Simultáneamente, avanzó en sus estudios secundarios, logrando hacerse bachiller y Contador Mercantil.

Una vez obtuvo esa preparación básica, Toribio Ureña, su tío, lo introdujo el arte del comercio mayorista.

Ahí, José Ureña decide iniciar un proceso para independizarse como un pequeño comerciante. Se instala en su propio negocio, en la importante plaza de la Avenida Valerio, donde hace negocios como almacenista de provisiones, actividad de larga tradición desde sus ancestros. Allí, muy cercano con otros familiares impulsa la actividad hacia la fundación de lo que sería la Casa Ureña, su marca definitiva.

José vivía una actividad que reclamaba mucha dedicación, como todo lo que se refiere a la actividad comercial. Nunca abandonó el temple de carácter de su padre. Ni se apartó de la ética del buen comercio que heredaba de sus parientes a quienes seguía los pasos.

Nunca abandonó el espíritu de superación. Le gustaba sacar tiempo para ampliar sus conocimientos en sentido general mediante lecturas diversas y apropiadas para la actividad que había escogido para toda su vida de comerciante.

Ya José Ureña es un comerciante que amplía relaciones en su área de negocios. Y al mismo tiempo contrae matrimonio con Marisela Pérez, una joven estudiante de la Universidad Católica Madre y Maestra, en Santiago.

A José le inspiraba el espíritu asociativo. En el mismo Santiago, el comerciante en crecimiento forma parte de un grupo de comerciantes que lo convencen para que sea presidente de la Asociación de Mayoristas en esa ciudad (Amaprosan).

Son los días en que decide instalar una sucursal de Casa Ureña en Santo Domingo, como muestra de que su actividad empresarial estaba en crecimiento.

Es en Santo Domingo cuando continúa ampliando sus relaciones sociales y comerciales. Decide trabajar en la fundación de la Federación Dominicana de Comerciantes (FDC), la cual llega a presidir.

José, en sus ímpetus de liderazgo del sector, logra entusiasmar a numerosos socios y amigos de su área de actividad para que constituyan una institución empresarial en grande que los represente y organice en sus actividades y aspiraciones empresariales. Es cuando surgen en concreto el Banco del Comercio, y también el Consorcio Bancomercio, con representantes de todo el país, luego de una intensa actividad de liderazgo nacional.

En Bancomercio es donde surgen otras empresas de distintas actividades, como fue el diario El Siglo, que hizo historia como innovador de esa variante de negocios.

Las contradicciones en el área hacen que Banco Comercio derive en una institución que empezó a descrecer y a recibir embates internos y externos de competidores.

José, luego es útil como miembro del Cuerpo Consular y diplomático al servicio del Estado dominicano.

 

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