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viernes, mayo 10, 2024

40 años de cine en la UASD III

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Con sus traspiés y progresos, la nueva carrera de audiovisuales iba encontrando su lugar en la Alta Casa de Estudios. Aunque es justo decir que, Cinematografía era una escuela sin equipos, sin aulas fijas (A veces asistíamos a clases debajo de un árbol de mango o en los bancos de un parque improvisado por una embajada de pueblo. Los únicos aparatos con los que se contaba eran las cámaras fotográficas de medio uso que compraba cada estudiante en compraventas como La Gloria y otros intermediarios de dudosa reputación. Más adelante, el maestro Wilfredo García, disponiendo de sus equipos, instaló un laboratorio de revelado y copiado en blanquinegro en el sótano de la Facultad de Ciencias.

Era el año 1982, y estaba de moda el VHS o cinta de media pulgada para grabar eventos domésticos, conocidos con las siglas de BBC entre oficiantes y tahúres (Bodas, Bautizos y Cumpleaños). Algunos de nosotros encontramos una forma de sustento y alivio con la fotografía y el video. Recuerdo que fuimos contratados Íleo Cruz, Rafael Álvarez y quien firma este articulo para grabar un sepelio.

Esteva Color, Polanco Color y Fotocolor (Estos últimos, “Los chinitos de la Duarte”, como popularmente le llamaban), eran los laboratorios comerciales más conocidos. Allí íbamos a parar todos para revelar y copiar las fotografías de nuestros clientes. Los canales de televisión utilizaban casetes de ¾ de pulgadas o U-Matic. Salvo las películas que proyectaba Alberto Lara (Hoy profesor de Mercadeo en la Facultad de Ciencias Económicas), por instrucciones del maestro Humberto Frías en las clases de Historia del Cine, nadie había rodado medio metro película de 16mm., ni siquiera de 8mm, que era un formato para aficionado en Estados Unidos. ¡El cine en sí mismo era todo un misterio!

En la medida en que la cerrera avanzaba, iban apareciendo nuevas asignaturas en el pensum. Lenguaje audiovisual, que la impartió el maestro y cineasta Jean-Louis Jorge; Iluminación, que la asumió otro experto del cine dominicano, Claudio Chea; Actuación, que recayó sobre la responsabilidad del master de la actuación, Ángel Haché y por último, Montaje, bajo las orientaciones del especialista de la fotografía fija, Omar Narpier Lapuente (desde ese momento supimos de la señora Isabel Dorthy y Karina Narpier Dorthy –Karinita- quien tiempo después estudiaría cine y hasta la fecha  de este artículo funge como profesora de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía)

Datos anecdóticos. El maestro Jean-Louis Jorge, daba sus clases en la Cinemateca Nacional (Hoy Cinemateca Dominicana), pero siempre terminábamos en el bar del paraboloide de doña Fellita. Todo el mundo con su cervecita Presidente en la mano para recuperarse de la jornada pedagógica. El oficiante y director de fotografía Claudio Chea, llevaba todos sus equipos de iluminación de Chea Films, como si se fuera a rodar una película, asistido siempre por sus gaffers y electricista. El entusiasmo crecía por cargar las luces, los trípodes, los pantógrafos… por aprender.

En la morgue de Ciencias Médicas tocaban las clases de actuación. Una mezcla de formol y cadáveres regados en el ambiente (En principio molestosos) 1:00 en punto de la tarde, un calor y humedad malditos, y la presencia puntual del maestro Ángel Haché, quien nunca llegó tarde, ni faltó a una sola clase. El maestro de montaje, Omar Narpier Lapuente, tenía dos horarios, jueves en la tarde en la Cinemateca, y los sábados en la mañana en el campus universitario (Aula RD: sin aula y en cualquier lugar). El cineasta Narpier Lapuente era muy generoso y casi siempre terminábamos las clases sabatinas arrimados al puesto de un frutero para que “sus estudiantes” comieran cuántas piñas, mangos, guineos y naranjas pudieran engullir; acto seguido, sacaba un billete de cien pesos (Todos abríamos los ojos de asombro, el frutero también) Luego él recogía el billete zanahoria y pasaba uno de cinco pesos. El vendedor de frutas se cobraba y sobraba muchísimo dinero. Los guineos a cheles, los pedazos de piña a tres centavos y las naranjas a dos por cinco céntimos.

Algunos compañeros y compañeras derivaron sus estudios profesionales hacia otras áreas en la propia universidad que les garantizara un mejor porvenir; unos, como el caso de Pedro Molina Suazo (Pedrín),  terminaron trabajando para Videotel con Elías Muñoz (Socio de Claudio Chea) y ya no quiso volver a las aulas. Otros, buscaron becas para estudiar en centros cinematográficos fuera del país, tal fue el caso del hoy maestro, Julio Melo Mercado (July Melo), actual director de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía. Melo Mercado  realizó estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), en el Distrito Federal, México. El compañero José Guillermo García se recibió de la Escuela de Cine de Moscú, en la antigua Unión Soviética.

Por otra parte, entre los que nos quedamos en la isla, cabe destacar al cineasta Agustín Cortés Robles, quien fuera el primer monitor de fotografía y de la carrera de cine (Bajo la tutela del exigente maestro de la lente Wilfredo García). Posteriormente ascendería a profesor, coordinador de cátedras, y por último, director de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Después de esa primera aventura de irse a estudiar cine, fueron otros a otras escuelas en Italia, España, Cuba, Estados Unidos… y los maestros en las aulas comenzaron a ser los que antes fueron alumnos.  La historia continua en una próxima entrega.

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