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martes, mayo 7, 2024

Lo peor de la pandemia del COVID-19 aún no ha llegado

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Transcurridos dos años de pandemia, a lo que se agrega la baja producción agrícola, escasez de productos debido a problemas en la cadena de suministros y el aumento vertiginoso de precios de los productos básicos, son las situaciones que han traído como consecuencia la actual recesión e inflación a nivel mundial.

Si a estos factores negativos sumamos la reducción de las exportaciones globales de fertilizantes, necesarios para mejorar la producción agrícola y pecuaria, el futuro alimentario del mundo es cada vez más precario y peligroso.

Estas graves dificultades económicas no solo están afectando a países desarrollados, sino que, a los países subdesarrollados, en especial a los más pobres, les esperan meses muy difíciles que van a generar conflictos sociales y políticos incontrolables.

Delincuentes, atracadores, ladrones, criminales y estafadores incrementarán sus acciones delictivas. Son pronósticos muy desalentadores, pero están ahí.

La pandemia del COVID-19, además de causar millones de muertes, frenó la economía global entre 2019 y 2021.

Justo cuando los gobiernos de todos los países se preparaban para poner en marcha estrategias para aumentar la producción agrícola, tecnológica, de textiles y combustibles a partir de 2022, los países europeos y de occidente encabezados por los EE.UU., se enfrentan al escenario de la guerra entre Ucrania y Rusia, para complicar las cosas.

Este conflicto bélico entre naciones productoras y exportadoras de productos alimenticios como trigo, cereales, aceites de girasol, de oliva y de palma, fertilizantes, gas y petróleo, ha revertido los planes de la recuperación económica a nivel mundial.

Naciones europeas y de occidente, eran grandes consumidores de esos renglones que importaban de Rusia y Ucrania, sus principales suplidores, pero que hoy están suspendidas por la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania.

En los Estados Unidos, una de las naciones más afectadas económicamente, la inflación se ha disparado por encima del 8,5%, la más alta en 40 años, incrementando los precios de los alimentos, combustibles y transacciones en bienes raíces, las que aumentaron en un 19,8%.

Buscando alternativas para frenar la espiral alcista que afecta a toda la población, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) aumentó el pasado miércoles la tasa de interés en un cuarto punto porcentual, es decir, de 0.75% a 1%.

Esto afectará no solo a los empresarios y comerciantes estadounidenses, sino también a los trabajadores y consumidores en general.

Implica también que los balances en las tarjetas de crédito van a aumentar afectando los bolsillos de los consumidores, al igual que en las nuevas compras a crédito realizadas en lo adelante.

Las autoridades monetarias en EE.UU., tienen la esperanza de que con esta medida se reduzca la inflación en los próximos meses.

Pero, la esperanza de que esto suceda a corto plazo dependerá en gran medida del curso que siga la guerra entre Rusia y Ucrania cada día más complicada.

Si el conflicto bélico se amplía con la participación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organismo a la que pertenecen los países de Europa, EE.UU. y Canadá, sería el fin del mundo, por el uso de armas nucleares de destrucción masiva.

La hambruna por falta de alimentos y medicinas será catastrófica, sin analizar la cantidad de muertos y heridos que generaría lo que ya sería la Tercera Guerra Mundial.

Tras el anuncio de la subida de los intereses por la FED, las actividades en Wall Street el pasado miércoles se desplomaron. El Dow Jones retrocedió mas de 1.000 puntos (3,4%), el S&P 500 bajó un 3,4% y el Nasdaq Composite disminuyó 3,05%

Expertos financieros recomiendan que este es el momento de conservar dinero en efectivo (activos líquidos) para enfrentar eventualidades de escasez, reducir los balances de las tarjetas de crédito y deudas financieras bancarias, como préstamos personales, autos financiados y propiedades, y no incurrir en gastos innecesarios con las tarjetas plásticas.

Mantener un ahorro significativo o dinero efectivo de fácil acceso para cubrir necesidades de emergencia, evitaría ser víctima de los efectos de la actual recesión, la cual, sin lugar a dudas, provocará bajos salarios y el aumento del desempleo.

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