En lucha contra una fiera y letal enfermedad que se prolongó por más de una década, al final, la muerte ganó la partida.
Pablo Milanés, cantautor de toda una vida.
Perteneció a unos artistas que usó el canto, que, como el arte, debe de servir al bienestar del pueblo. A una corriente que tenía claro que el canto, la música deben de contribuir a la equidad, la convivencia pacífica y al bienestar del ser humano y nos enseñó a practicar un puro amor, vale citar una de sus canciones icónicas como Yolanda.
De una corriente que comprendió que el arte al igual que un fusil pueden cambiar al mundo si se hace con el propósito de llevar amor por la patria o al género humano.
Pablo Milanés nos enseñó que se puede ser famoso, tener dinero y al mismo tiempo ser humilde y no permitir que se nos suban los humos a la cabeza. Saber que se es un ser de carne y hueso, que esta tierra se ha de tragar.
La transcendencia de Pablo Milanés, es tal que se colocó en el sitial de una figura universal con su canto. Y lo fue por ser su música, un instrumento para la reflexión, el pensamiento, para la acción y transformación del ser humano en todo el que hacer del que lo escucha.
Sin embargo, como les pasa a los grandes, que, con su partida, terminan educando más y más.
Pero, siempre estaremos inquietos. Las cosas buenas siempre son atacadas por el breve espacio. Pero, fue tan buena tu obra, que todavía quedan restos de humedad.
Te puedes ir tranquilo, Pablo, misión cumplida.
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