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sábado, mayo 4, 2024

Julio 16: la historia del dolor/ el dolor de la Historia

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Hechos, actos, acontecimientos concurrentes hay que pautan el devenir y hacen algunas fechas recurrentes en la atención de conglomerados que les dispensan un reconocimiento de valía marcado por el impacto que esas situaciones provocan en el interés del colectivo que protagoniza o rememora lo ocurrido.

Tal es el caso de cada 16 de Julio para la colectividad que recuerda que ese día, en 1838 un grupo de jóvenes, con Juan Pablo Duarte a la cabeza,  crea una discreta asociación, germen de lo que  sería el instrumento político-cultural que seis años después empujó la salida de los gobernantes haitianos que ya eran incapaces de mantener tal situación en la parte oriental de Quisqueya, a la que habían sido invitados a socorrer 16 años antes, en 1822.

Esos seis años que mediaron entre la creación de la Trinitaria y el abandono de la oficialidad haitiana del hoy territorio dominicano pueden parangonarse con la llegada al país del ejército de » La raza inmortal» que en junio de 1959 incrustó» la llama ardiente de la Libertad» que contribuyó con la decapitación de la dictadura trujillista apenas dos años después, desatando un vertiginoso acontecer que en abril de 1965 alcanza el climax, del que todavía emanan consecuencias.

La peor de todas esas consecuencias fue la restitución del trujillismo a través de Joaquín Balaguer. -cuyas ideas y prácticas políticas se mantienen- herencia bárbara y perversa de la intervención militar estadounidenses para frenar el propósito popular de restablecer el gobierno legal y legítimo surgido de las elecciones del 1962; y, en el otro extremo, la

incapacidad de las fuerzas progresistas que desde la izquierda continuaron el mismo » tren de pelea», con las desventajas resultantes de ese choque, tal como ya admiten muchos/ as desde ese litoral.

Esas dos situaciones provocaron una desgraciada realidad que tuvo a partir del 16 de julio* de 1970 uno de sus capítulos más desgarrantes, cruel, doloroso, cuando tropas combinadas ubican en la cercanía de la UASD a Otto Morales, quien para evitar una masacre opta por entregarse a sus verdugos, sabedor de qué le esperaba, dado el acoso incesante y abarcador a que estaba sometido de parte del gobierno y de agencias de seguridad estadounidenses que los señalaban como responsable del secuestro de su agregado militar en el país, el coronel Donald J. Crowley, en marzo de ese año.

El asesinato de Otto Morales – recordado este pasado domingo por la fundación Maximiliano Gómez, El Moreno -, fue una nueva jornada de derramamiento de sangre que continuaría con Amin Abel Hasbún, en septiembre del mismo año y por similares alegatos; de Homero Hernández Vargas, un año después; de los cuatros Palmeros: Amaury, Virgilio, Ulises y La Chuta, en enero de 1972, y el fusilamiento de Francis Caamaño, en febrero de 1973.

El mes de julio, en diferentes años y durante los gobiernos balagueristas, el Movimiento Popular Dominicano – MPD-, organización izquierdista muy aguerrida sufrió el embate más trágico y luctuoso cuando fueron asesinados, además de Otto Morales, otro de sus secretarios generales: Roberto Figueroa ( Chapó), y los dirigentes nacionales Andrés Ramos Peguero, Mario Balderas, Luis Manuel Naut, y desaparecido Henry Segarra Santos.

Julio 16 también tiene otra historia del dolor: en ese día, en 2003 moría en New Jersey, la artista latina de más alto vuelo, «la Guarachera de Cuba», la inmensa Celia Cruz, a esa que la terquedad de uno que se creía » dueño y señor» de su país, Fidel Castro, le impidió regresar al suelo donde nació y donde quedaron sus familiares, entre ellos su madre, a la que jamás vio después de salir de Cuba.

Y, 20 años después, el 16 de julio de 2023, también moría Víctor Víctor, que escribió una bellísima letras – entre muchas- que la siempre refrescante Celia Cruz entona con sus mejores matices: » Te busco».

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