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sábado, mayo 4, 2024

Experiencias vividas III

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Conté en la anterior entrega lo que sucedió con la practica pedofilia de un cura mientras era alumno del pre-seminario, en La Vega. La víctima quedó traumatizada. Yo no creo que esa mala experiencia me afectara, porque no sabía el significado de la pedofilia, a los 10 años de edad, en 1951. Solo me parecieron extrañas las visitas nocturnas del cura al vecino. Cuando lo vi acariciando a mi vecino desnudo, parece que el cura quedó un poco afectado y probablemente influyó a que me sacaran de seminarista a colegial.

Lo que sí puedo decir de esos años agropecuarios y educacionales es que contribuyeron a mi disciplina hacia el trabajo. Mis padres me asignaban todas las tareas rurales de limpieza de patios, cultivo del naranjal al este de la vivienda y cultivo también de un cafetal al sur, pero sobretodo atender la crianza de  20 o 25 cerdos, a los cuales había que limpiar, sin ningún tipo de protección, como guantes, sus excrementos de fibras de bejuco de batatas, que se acumulaban en una esquina de la pocilga.

Mi esposa bromea de mi resistencia a las infecciones que presento ahora, provienen de los anticuerpos que adquirí desafiando todas las normas de higiene de aquellos tiempos.

El lado más positivo de ese periodo de mi vida es que las innumerables tareas de vida rural también formaron mis músculos, principalmente porque a diario tenía que cargar, varias veces al día, agua en cubos, desde el tanque de agua lluvia que se acumulaba del techo de zinc de la casa, en un tanque construido al efecto, cerca de la vivienda. Eso desarrolló mis músculos pectorales, y me amplió la espalda al grado de que con mi estatura de 6’7» tengo una circunferencia equivalente a 44 pulgadas que se corresponden con un hombre de 6 pies.

No dudo que la vida en el pre-seminario también contribuyó a mi formación disciplinaria porque nos levantaban temprano para asistir a la misa diaria luego a desayunar, para estar listos a las 8:00 a.m. para las tareas escolares que hacía que todo aquello fuera la de un recinto militar.

Para entender en qué circunstancias se formó mi desarrollo, hay que tener presente que no había teléfono en los hogares y mucho menos en el propio seminario y el grado de desarrollo técnico era tan pobre que yo alardeaba ante mis compañeros, que en mi casa había un radio de pilas secas y no me creían que en mi hogar hubiera tal cosa.

Cuando en un viaje que se hizo para ir a Santiago de los caballeros, pasaron de regreso frente a mi hogar en Estancia Nueva a 5 km del municipio de Moca. Me permitieron bajar del autobús a saludar a mi familia y varios compañeros me acompañaron a comprobar lo que yo decía y al ver el receptor RCA Víctor, mi prestigio en la escuela se disparó por los aires.

Continuará …      

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