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miércoles, mayo 1, 2024

El Moreno y Amin: dos personajes de los años 70

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Tuve la fortuna de conocer muy de cerca a Maximiliano Gómez ( El Moreno) así como a Amín Abel. Ambos murieron por poseer los atributos que todo gobierno no desea que tenga un enemigo. Decisiones acertadas, carisma, valentía. En los años 70 del siglo pasado el mundo vivía la denominada  Guerra Fría, encabezada por Estados Unidos y los denominados países occidentales de un lado y del otro la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas .

Del lado de la URSS aparecía la ideología del socialismo como guía de conducta, basada en que los medios de producción fueran apropiados por el Estado en representación de  toda la sociedad trabajadora y que a cada quién se le entregara el producto de su trabajo.  Esa idea fascinante, al ponerse en práctica terminó en un fracaso estrepitoso en 1991.

Los hechos comprobaron que coordinar todo el empeño  productivo mediante este sistema demostró que la productividad del trabajo era inferior al  de los países capitalistas.

Sin embargo, tanto Maximiliano Gómez, como Amín Abel, poseían la cualidad de actuar rompiendo con los esquemas. Su propósito de unir contra el gobierno de Joaquín Balaguer a toda la oposición  le despertó la atención no solo al propio gobierno dominicano, sino también al de Estados Unidos. Maximiliano Gómez, murió en Bruselas en circunstancias muy extrañas y Amín Abel, en su  propia vivienda ejecutado por fuerzas policiales sin intentar disfrazar el hecho en nada.

La razón por la cual hago memoria de ellos, es que como los conocí tan de cerca, podría decir que cualquiera o los dos tenían el potencial de ser líderes nacionales. Ambos eran  lectores voraces, simpatía indiscutibles e inteligencia fuera de lo común. Por eso a los poderes les disgustan ese tipo de oponentes.

No fueron de esos comunistas con El Capital debajo del brazo que al sistema no le hacen ni cosquillas y de haber llegado a estos tiempos hubieran comprendido los fallos del sistema socialista y tal vez hubieran sido capaces de enmendarlo de algún modo y quién sabe si hubieran provocado un desarrollo económico más justiciero, una igualdad de género y difundido un sistema de conocimiento genuinamente transformador capaz de que RD se convirtiera en un país desarrollado e independiente.

 

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