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viernes, mayo 3, 2024

Quincena de la impaciencia

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Un país inmensamente pobre sometido a penurias imprevistas a las que es incapaz de enfrentarse con éxito inmediato, en apariencia, sólo tiene disponible la ruta de la impaciencia.

República Dominicana es un territorio de 48 mil kilómetros cuadrados con una esquirla mortal hundida de manera permanente en sus venas, en sus arterias, en su corazón que agoniza con una sola respuesta: la impaciencia.

Isaías es el nombre de una figura bíblica, un profeta. Ese nombre se traduce al español como Yahveh es salvación. Isaías es reconocido como un profeta de tiempos de crisis.

Cuenta la historia bíblica que fue asesinado por orden de un rey, un monarca llamado Manasés. En una ocasión, en tiempos de guerras de reyes y monarcas, Isaías encomendó a Dios la ciudad de Jerusalén, y su Dios Yahveh, la salvó.

¿Por qué ligar el nombre de Isaías, a las penurias de una media isla, a una pandemia, a una tormenta que lleva el nombre del Profeta? ¿Por qué clamar a Isaías cuando todo parece incierto, cuando la gente ansía que los plazos se acorten?

Después de tantos sucesos incomprensibles acaecidos en tan poco tiempo el pueblo ahogado en sus tradicionales penurias, ahora incrementadas, está ansioso.

Alguien es el objetivo de la impaciencia y la ansiedad de aquellos que enferman, de los cercanos a los que mueren. La figura de alguien se revuelve en la fantasía de los miserables de siempre, ahogados por las aguas y los vientos.

La ansiedad y la impaciencia parecen tener un período que deseamos recorrer presurosos, para ver qué pasa.

Y ver qué tiene guardado Yahveh, el Dios verdadero de Isaías, para los que estrujan su hambre en sus estómagos, para los que habitan las yaguas y cartones inundados de las afueras de todos los pueblos deslindados del país.

La tormenta Isaías y la pandemia del coronavirus han despertado la impaciencia que sólo espera el paso de quince días. Tal vez, el 17 de agosto se agote el plazo de la impaciencia. Y ojalá que miserable no sea sinónimo de incauto.

Quiera Yahveh, el Dios de Isaías, que así sea.

 

 

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