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sábado, mayo 4, 2024

Oportunidad de humanidad en la desgracia

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Cuando ocurren desgracias a las sociedades que afectan a muchos, de manera especial a los más necesitados, es el momento para que el espíritu y la esencia de lo humano se hagan presente.

En medio de la precariedad que pueda vivir un pueblo deberá existir, aunque sea un dejo de esperanza.

La República Dominicana suele ser escenario y víctima de incesantes atracos que por efectos de la naturaleza cambiante y desbordada. Es como si la misma naturaleza quisiera hacernos ver nuestras debilidades y de lo que somos capaces al momento de dar calor humano tendiendo la mano a cualquiera que lo necesite con perentoriedad.

Ahora, el país está en medio de uno de esos momentos, cuando las aguas tormentosas se precipitan y nos hacen ver que somos eternos necesitados de los demás en nuestro entorno.

Los daños se generalizan y se concretizan en dolorosas muertes y daños imprevistos que afectan a todos. Gentes arrojadas al desamparo, los bienes públicos y el personal parecen ser insuficientes cuando estalla la desgracia.

Pero, en esta ocasión, como está siendo frecuente también, el Palacio Nacional, el Gobierno ha abierto las puertas y sus brazos, convocando a todos sus funcionarios jerárquicos y los organismos de emergencia.

El presidente Luis Abinader emitió los decretos 584 y 585 del presente año, en los que adopto medidas dirigidas al auxilio de la ciudadanía, tras el impacto que el país recibe en estos momentos por un fenómeno atmosférico desbordado en demasía con increíbles lluvias e inundaciones, y decenas de muertes. Abinader, sabemos, no escatimará esfuerzos atentos a las circunstancias.

Hay que esperar que la generosidad sea grande, porque las ocurrencias requieren que el país se acoja a las circunstancias, y los recursos requeridos son muchos.

Y que los miembros del gabinete de Gobierno, los ministros, las gobernaciones, estén sensibilizados en su totalidad. La electricidad, Obras Públicas, Salud Pública. Parece que estamos en un estado de emergencia.

Si la dimensión de los daños y necesidades derivados continúan extendiéndose hagamos esfuerzos por mantener la cordura y lo razonable, nunca dejar que la desesperación se convierta en desesperanza.

En alerta todo el mundo. Hemos de esperar y ayudar para que no cunda el pánico.

Que no haya lugar para la desesperanza. Somos fuertes y somos muchos.

Bendiciones.

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