La mejor arma de que pueda dotarse al pueblo dominicano en estos momentos debe de ser la serenidad, la calma, la paz.
La advertencia es pertinente porque no faltará quien confunda la energía de la razón con la fuerza bruta y el ímpetu del tropel. Y quienes anden por ese sendero habrán de encontrar de frente la otra opción de que la verdad es la fuerza de la razón.
La paz es siempre una meta saludable.
A propósito de las elecciones presidenciales y de miembros del Congreso Nacional, reconocer que es un tiempo de tensión no significa que hay motivos para el desafuero y la sinrazón.
Sabemos que cuando el presidente Danilo Medina argumenta que en algún lugar se hizo trampa para despojar a su partido y sus ansias, de algunos representantes municipales, no está exhortando a nadie a que reivindique ese tan particular parecer sacando músculos brutos.
Y otra cosa: aunque Medina diga que en su partido “se comportaron como señoritas, al no saber defender sus intereses”, esa información y su interpretación podrían estar equivocadas.
Con todo respeto hay que hacerle entender a Medina, todavía nuestro presidente, que son muchas las señoritas capaces de defender sus razones, con más temple que muchísimos hombres con poderes aparentemente absolutos y que creen en la fuerza bruta.
Uno quisiera no tener que recordar aquella dislocada conducta de Juan Bosch, cuando siendo candidato presidencial, en 1966, convocó a sus seguidores a defender la fuerza de su voto sacando palos y piedras para arrojarlas a sus adversarios.
El pueblo dominicano es un pueblo brioso, fuerte. Pero lleno de buena voluntad y buscando la paz, incansablemente. Apoyemos los deseos y esfuerzos del pueblo ayudando a que, con serenidad, consiga la paz.
