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viernes, mayo 3, 2024

Bad Bunny, Tokischa y Zoé Saldaña

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De un tiempo acá hablamos mucho de moral y civismo como esencia en la conducta de cada ser humano. Sin embargo, al parecer, todo lo que se dice sobre el tema con o sin acertadas críticas constructivas, termina arrastrado por el viento.

En los últimos días el tema sobre la moral y el comportamiento que debemos tener como ciudadanos e individuos frente a nuestros hijos y familias ha vuelto a la mesa de discusión, luego de las presentaciones en el Estadio Olímpico Félix Sánchez del reguetonero boricua Bad Bunny y la invitada de la segunda noche, la urbana Tokischa.

Y todo por las insinuaciones que éstos hacen sobre el escenario y el contenido de las letras de sus canciones, difundidas en plataformas digitales. Soy de las que no le gusta criticar a nadie por sus gustos y preferencias, más si son adultos.

Pero, cuando hay niños de por medio, pienso que los padres son los responsables de los contenidos que consumen sus hijos. Recuerden que hay de todo en la viña del Señor.

Nada de lo que estamos viviendo es nuevo, la pornografía siempre ha existido y, de hecho, escuchamos contenidos ofensivos en otros idiomas y como muchos no lo entienden, lo celebran igual.

La diferencia radica en que los exponentes urbanos son muy explícitos en los contenidos que transmiten a sus fans, muy diferentes a lo que mucha gente está acostumbrada a escuchar, y en esto me incluyo, en las voces, por ejemplo, del fenecido Anthony Ríos, de Ricardo Montaner, Braulio, Joaquín Sabina, Gilberto Santa Rosa, Romeo, Juan Luis Guerra…en fin…

Estos artistas recurren al uso de metáforas para expresar su realidad o la de alguien en sus canciones convirtiéndolas en verdaderos poemas musicalizados.

Con el caso de los urbanos, pienso que la pegajosidad de la música, ese tuntuneo que despierta euforia, es lo que hace que muchos la disfruten y la bailen y no veo nada de malo en ello.

Ahora, las provocaciones y la vulgaridad en los escenarios y esas letras sucias que incitan a la perversión, a la deshonra y a la irresponsabilidad como ciudadanos y como personas no las celebro, las condeno.

Desde Cero

¡Pero bien! Con este artículo quiero tocar el tema de la familia, a propósito de noviembre, Mes de la Familia en nuestro país, cuya misión es formar individuos con calidad moral, civismo y respeto al derecho ajeno.

En estos días vi el más reciente trabajo de la destacada actriz Zoé Saldaña, una serie bajo la tutela de Netflix. Se trata de la miniserie From Scratch o Desde Cero, en la que se presenta el rol que juega la familia en momentos difíciles de la vida.

Es una serie de ocho capítulos, rodada en Florencia y Sicilia, en Italia, y en Los Ángeles, California. Narra la vida de una joven que conoce el amor de su vida durante un viaje de estudios a Florencia.

Allí nace y florece todo ese encanto amoroso y tierno entre Amy, una chica con sueños de convertirse en una gran artista plástica; y Lino, un chef siciliano que se enamora perdidamente de ella, al punto tal que abandona su negocio en Florencia para irse a probar suerte en suelo estadounidense. Su lema era: “donde quiera la gente come”.

Luego de una vida en común a través del matrimonio, ambos se ven amenazados por un enemigo que nadie quisiera tener: el cáncer, el cual termina matando a Lino y dejando en un mar de lágrimas a Amy.

La serie me gustó mucho, a pesar del mar de lágrimas que provoca en los telespectadores, sobre todo por el rol que juega la familia de Amy durante la enfermedad de Lino. En ningún momento la dejaron sola y además lograron unir a ambas familias, se hicieron resilientes con ella y la ayudaron a sobrellevar su pérdida.

El amor, resiliencia, nobleza, lealtad, fortaleza y el apoyo incondicional siempre estuvieron presentes durante el desarrollo de la cinta, y a pesar de la pérdida, Amy pudo continuar con su vida, en busca de nuevos sueños.

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