La opinión pública está sorprendida por la facilidad con que un ciudadano “impulsado por instrucción divina”, penetró violentamente al Palacio Nacional, la noche del domingo pasado y derribó dos puertas por la entrada de la avenida México, hecho en el que resultaron dos custodios heridos.
El “trayecto intencional” de John Raymond Durán Villar en su camioneta, como describió el vocero de la Presidencia, Homero Figueroa, al parecer no tenía buenas intenciones.
En el hecho, ocurrido pasada las 11:30 de la noche, aparentemente fallaron los controles y protocolos establecidos para garantizar la seguridad de la mansión presidencial, el mandatario, Luis Abinader, no estaba presente.
La camioneta pudo estar cargada con explosivos y provocar una tragedia en la Casa de Gobierno, con consecuencias difíciles de medir.
Consultas realizadas por reporteextra.com a especialistas en temas de seguridad indican que al menos al vehículo había que detenerlo en la primera puerta con disparos a los neumáticos, para impedir su marcha.
El protocolo de seguridad en esos casos no descarta disparar al conductor del vehículo para impedir que llegara a la segunda puerta, a pocos metros de la edificación.
¿Se descuidaron los custodias del Palacio Nacional, que el intruso penetró violentamente hasta la segunda puerta? ¿Estaban con la “guardia baja”? La respuesta seguro que ya los organismos de seguridad del Estado a estas alturas, y además deben tener una investigación del caso.
El acontecimiento debe servir de reflexión para la Guardia Presidencial y volver a consultar el manual de protocolo establecido en esos casos para evitar que vuelva a ocurrir un hecho similar.
Palacios presidenciales, sedes de embajadas y otros organismos corren riesgo de sufrir atentados sea por desequilibrados mentales o por grupos terroristas.
La Casa Blanca, símbolo del poder de los Estados Unidos, asiento donde reside la familia presidencial, ha sido objeto de numerosos atentados a lo largo de su historia.
Incluso, diversos personajes han saltado la verja de la Casa Blanca, otros han disparado, en todos los casos, la custodia, a cargo del poderoso Servicio Secreto, han neutralizado a los atacantes, algunos de los cuales resulto herido, el 25 de mayo de 1995, como Leland William Modjeski, un repartidor de pizza.
No existen protocolos de seguridad eficientes en torno al palacio nacional, y los que existen dependen de amigables avisos de ciudadanoa que ejercen el derecho constitucional de la protesta.
Son interventivos no preventivos.
Sujeto a esa realidad, cualquier ciudadano podría atentar contra la casa de gobierno, y eso es muy peligroso.
El ex General Percival sobrevoló en una avioneta el Palacio para tirar unos volantes.